Parte 4- Rompecabezas

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Ando modo ocioso....




CAPITULO XXVIII

Confiar ciegamente...

—¿Se supone que enviarás un mensaje? —Soma se volvió hacia Erina.

Ella asintió.

Estaban en el santuario de Hisako, en donde Erina había dejado sus pertenencias. Ella buscaba sus ropas; una vez que las encontró, empezó a romper parte de su capa en tiras. Soma solo la observaba, curioso por lo que ella tuviese en mente.

—Puedo proporcionarte tinta y papel —sugirió él, mientras miraba que, de hecho, ella usaría su ropa para enviar aquel mensaje.

Erina le sonrió y negó de forma queda— No. No es una opción —murmuró—. Asahi sabrá que es una trampa si lo hago de esa manera.

—¿Por qué?

—Porque él sabe que no llevaba cosas como papel, tinta y un lápiz —ella ladeó su cabeza al mirarlo, divertida— Omitir esos detalles hará que sospeche. Le enviaré algo usando mi ropa y, al no tener tinta conmigo, usaré sangre de quimeras para escribir...—supo lo que había dicho e inmediatamente se calló. Soma frunció el entrecejo ¿Dijo sangre? Erina carraspeó, se sacó el pequeño bote con sangre quimérica que recolectó antes de entrar la puerta, no esperaba una buena reacción de Soma, así que no le importó que él quisiera matarla con la mirada—.Lo siento —dijo, como una disculpa baja, pero de todos modos empezó a usar la sangre para escribir.

Erina empezó a ver el mapa que le proporcionó Soma, algo que agradecía y estaba muy asombrada de que le diera acceso porque era un primer paso para confiar en ella. Contó alrededor de unas seis entradas, todas ellas distribuidas de forma estratégica y, de hecho, algunas de ellas las había visto, pero como no sabía qué eran entradas, jamás pudo haber cruzado sin el principio por el cual se accedía.

Soma le había dicho con exactitud el lugar donde las quimeras muertas debían haber patrullado y, por lo tanto, se encontraron con Asahi. Ella supo que su hermano no estaba lejos de las entradas y no le sorprendería que las encontrase pronto, pero también sabía que Asahi tenía poca paciencia y jamás se tomaría el tiempo de mirar quimeras y averiguarlo.

Soma declaró que envió una orden de asesinato contra ella y que, a raíz de la misma, posiblemente, Asahi se haya entregado como cebo para ser perseguido ¿Cómo podía desviarlo de ese lugar?

Quizá, sí le aseguraba que estaba bien y rumbo a otra parte.

Ella miró el mapa. Sbytia, la aldea que estaba siendo protegida por los colonizadores, quedaba cerca de la posición donde ella estaba y la más contigua a la Asahi, sí ella quisiera prometerle verlo en algún lugar, lo mejor sería ir hacia la aldea.

—¿Qué vas a decirle? —Soma preguntó, curioso. Miraba con asombro a la chica que escribía con sus dedos llenos de sangre, mientras plasmaba en un pedazo de tela una especie de signos que él no comprendía.

—Le prometo verlo en otra parte —dijo Erina, todavía concentrada en su mensaje— Sbytia es lo más cercano que tenemos. Le digo que tengo información importante y que es necesario verlo. Le aviso que estaría allí en tres días.

—¿Sbytia? —Soma tragó saliva.

Erina le miró de soslayo, curiosa por el jadeo que se escapó de los labios de aquel chico.

Entre Guerra y SangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora