Parte 3- Acuerdo

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Semana 3 en la bella Guatemala...empezamos a escribir recio xD







CAPITULO XIX

Érase una vez...misterios de una peste...

Alice estaba lista para partir y encontrarse con el equipo de colonizadores en las afueras del territorio. Estaba todavía un poco enferma, pero la tos había detenido hace ya tres días. Su rendimiento físico mejoró, su apetito e incluso su cadavérico aspecto era ahora encantador, se miraba llena de vida y sabía que era por la medicina de sus infusiones de kryuk.

Ella cargaba la pólvora, algo que inventó para sí misma y que le servía en guerra. Los cazadores siempre habían usado armas con filo, pero Alice quiso cambiar un poco eso. Ella no tenía la mejor condición física y no era más rápida que otros, ni más fuerte, pero -definitivamente- era lista. Creo la pólvora, debido a que pasaba mucho tiempo en casa y metida entre infusiones y medicina, ella jugó con químicos, carbón, azufre y más, hasta que entendió la forma de crear chispas y, luego, explosiones.

—Alice, luces mejor.

La albina echó una mirada por encima de su hombro, notando el huésped inesperado.

—Hayama —dijo, animada— Sí, la vida se prolonga tanto como la guerra, aunque no sé qué tan generosa sea conmigo sí de todos modos tengo que ir a pelear con demonios.

Hayama no vio lo gracioso de aquella declaración, con frecuencia Alice bromeaba con su salud, minimizando la lástima que tuvieran de ella y siempre era en forma de una amarga gracia de niña.

—No digas eso, tonta —el peliblanco se acercó, le puso una mano en la cabeza y le dio una caricia—No hay misericordia en vivir de todos modos. El verdadero infierno es aquí, morir será la ganancia al final de cuentas.

—Vaya, hombre de filosofía —Alice sonrió— ¿Esa filosofía funciona con Erina? ¿Ya pudiste decirle que te gusta?

Hayama rodó los ojos, no muy contento con sacar el tema a colación.

—Ella es de Tsukasa —dijo el chico, en un tono de rendición— Además; sé lo que piensa de mí: soy un cobarde por no unirme a las tropas. Una cazadora como ella, no puede tener menos, Tsukasa la ha reclamado y eso es todos lo saben.

—Amigo —Alice puso la mano en su hombro— La única expresión de interés que he visto en Erina es cuando tiene una quimera en frente. No eres tú contra Tsukasa, son ustedes contra las quimeras que Erina tanto busca.

Ella echó una sonrisa escandalosa y a Hayama no le gustó.

—Cambiando un poco el tema —el de ojos esmeralda dijo, con curiosidad— ¿Es verdad que vas con los colonizadores?

—Sí —ella dijo sin tapujos— No puedo quedarme como un lastre, debo ir y hacer algo por el clan, aunque solo sea cuidar la tierra de las bestias.

—¿Llevas la pólvora?

—Sí, claro. Unos regalitos nada seguros, muero por probarlos con las quimeras.

—Te cuidado, Alice —dijo Hayama. Tenía un rostro serio, Alice sabía que era por preocupación, pero le aseguró que ella volvería sana y salva, además; se lo había prometido a Erina. Sin embargo; el peliblanco seguía inquieto— Solo tenme algo de consideración, he escuchado que las quimeras actúan muy raras, más de lo usual. Sus movimientos y su silencio inquietan, no porque parezcan derrotadas, si no porque deben tramar algo.

Entre Guerra y SangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora