11. Bodas de mentirita

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A la única boda que Camila asistió fue a la de sus padres, pero no la validaba pues ni siquiera había nacido para esas fechas por lo que supondrán que no estaba para nada familiarizada al concepto de dichas fiestas a diferencia de Shawn que se la pasaba en esos festejos; con tanto dinero era difícil que sus conocidos no las hiciera de lo más aparatosas.

A él le fascinaba asistir a estas. Le gustaba que fueran así de ostentosas con las decoraciones, los atuendos y celebración. Manuel lo avergonzaba al respecto, le decía que esas no eran cosas de las que un niño tenía que preocuparse, que tenían que gustarle los deportes y que tenía que ser el número uno en estos.

Pero la obsesión de Shawn no acabó pese a sus intentos. No podía contener su emoción al ver los trajes y vestidos, le encantaba que las vestimentas fueran a juego con las flores y manteles y ni hablar de lo loco de lo ponían los pasteles. Estaba más metido en todo eso que su propia hermana.

"Deja de mirar esos vestidos y empieza a fijarte en las chicas bajo estos" le decía Manuel furioso al pillarlo leyendo una de esas revistas junto a su madre quien solía entusiasmarlo con esas cosas. Procedían a discutir con los niños tomando un bando.

Tal vez eso explicaba lo sucedido en el divorcio y por qué Shawn fue el único disgustado con la custodia. A diferencia de él, Aaliyah (su hermana) sí tenía una buena relación con Manuel. Eran parecidos. Ella era el hijo que su padre siempre quiso y no la vergüenza afeminada que tenía por primogénito.

Como sea, ¿Por qué hablamos de esto?

Ah, sí, por la boda.

―¿Qué demonios están haciendo? ―dijo Camila al regresar del trabajo y ver la sala con una fila de los pocos peluches de Sofía frente a un altar improvisado donde estaban Shawn y la niña.

―Estamos casándonos. Vamos en la parte de los votos.

Camila ni siquiera procesó la pregunta antes de que mirara horrorizada a Sofía con el velo de La Abuela puesto.

―¡Sofía, quítate eso! ―dijo quitándoselo ella misma de la cabeza. La niña se quejó―. Sabes que no puedes jugar con esta cosa. Y tú, no se supone que puedas irte antes del trabajo ―le dijo a Shawn, molesta.

―No me fui antes, te estuve esperando, pero te estabas tardando siglos con lo de Oliver así que me fui por Sofi y henos aquí.

Camila ni siquiera se percató del tiempo que se pasó encerrada en la oficina con el jefe. No pensó que tardaría tanto discutiendo por la renta. Mucho menos pensó que Shawn se creía con el derecho para simplemente llevarse a su hermana como porque sí.

No estaba para más discusiones. El estrés del desalojo, el trabajo, las deudas y la charla post turno estaban matándola y en momentos como estos quería descansar y dejar de pensar en el caos, no ver a su hermanita contrayendo matrimonio con su niñero de quinta.

―¿Por qué demonios están haciendo esta estupidez? ―bufó Camila limpiando el velo.

―Por la ciudadanía ―dijo Shawn.

―¿Qué?

―Ya sabes, si me caso con una habitante de este lugar, paso a ser ciudadano oficial y así no puedes echarme. Es lógica.

―Eres un idiota.

―Eh, fue mi idea ―se quejó Sofi ofendida.

―Casarte con mi hermana no va a hacer que no te eche de aquí. Te dije que ni pienses en ponerte cómodo porque la mierda es temporal. Ahora ordenen este desastre.

―Oye, la parte de las oposiciones ya pasó. Llegas tarde ―alegó Sofía―. Déjanos terminar.

Camila resopló y cedió a la petición. Se dedicó a quitarle los restos de cabello al velo en lo que terminaban con esa ridiculez.

HAVANA (Shawmila)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora