Epílogo: Reyes de manada

4.3K 448 408
                                    

No voy a decírselo a la cara, pero

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

No voy a decírselo a la cara, pero... Oikawa-san, ¿qué vives comiendo? Pesas muchísimo.

Llegamos finalmente, después de una larga carrera por los pasillos, a las aulas frente al comedor y nos soltamos para entrar a dos salones diferentes. Apenas mi mano fue liberada, salí disparado hacia adelante, y no seré muy inteligente, pero estoy casi 100% seguro de que eso solo pasa cuando traes algo pesado atado a ti y de repente lo sueltas.

Entre a mi aula asignada por Akaashi-san y en menos de dos minutos, Kuroo-san apareció jadeando.

-Eres un gatito muy travieso y ágil, Kageyama-kun. -Comento, acercándose.

-Y tú uno muy lento. -Declare. -Pobre Ushijima-san, tuvo que traerte a cuestas porque no podías alcanzarme. –

Él hizo una mueca y note que su aroma se estaba expandiendo por toda la habitación. Alfas, siempre queriendo mostrar su dominio.

-Kageyama-kun, yo que tú no echaría más leña al fuego. -Me aconsejo, invadiendo mi espacio personal. -Ya tienes suficientes problemas. –

Por instinto retrocedí hasta que mi espalda chocó con la pared. Él se inclinó, apoyando una de sus manos junto a mi cabeza y casi suelto un gruñido. ¿Enserio cree que puede intimidarme con su altura? Ja, si Tsukishima no lo logro, tú menos, Kuroo-san.

-Tal vez me guste meterme contigo. -Lo provoque, y levante mi barbilla en señal de desafió. -O tal vez tengo curiosidad por saber que me harás... después de todo, ahora estoy a tu merced, ¿no? –

-Cierto. -Kuroo-san sonrió con diversión. -Ya no hay escapatoria. –

Su aroma me hubiera resultado muy asfixiante, de no ser porque Hinata es alfa, y su olor siempre se descontrola, ahogándome. Gracias a eso, la chaqueta de Tsukishima vive atada a mi cintura.

-Debo decir que me alegra que Kenma sea más pequeño que tú. Este uniforme te queda muy bien... aunque tú lo debes de sentir muy apretado. -Kuroo-san comentó, prácticamente devorándome con la mirada. -Gatito, creo que es hora de que te enseñe a respetar a tu líder de manada por un día. –

- ¿Enserio? -Cuestione, esparciendo mi propio aroma a su alrededor. - ¿Y cómo lo vas a hacer? –

Mis brazos le rodearon el cuello con lentitud, y mi cara se aproximo a la suya. Con mucho cuidado, volví mi olor más provocativo, invitándolo a hacer lo que quisiera conmigo.

-Kuroo-san. -Murmuré y puse mi mejor cara de arrepentimiento. -No seas muy duro conmigo, por favor. –

Un gruñido resonó en toda la habitación y segundos después, él me estaba besando, apretándome contra la pared. Mis manos recorrieron su cabello, mientras él mantenía las suyas en mi cintura. Yo bajé una con cuidado hacia su pantalón y la moví justo donde algo comenzaba a sobresalir.

-No, nada de eso. -Él quito mi mano y la puso sobre mi cabeza. -Yo estoy a cargo aquí. –

Oh, ¿enserio?... De acuerdo, Kuroo-san. Si así quieres jugar...

Cambio de setterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora