CAPÍTULO III

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Las señoritas Carla y Lucrecia se habían quedado hasta tarde en aquella charla, por lo tanto Theo decidió interrumpirla llamando a la puerta de los Montesinos, no quería que su hija les causara ninguna molestia y pasadas las 12, la visita según él debía de terminar.

Lucrecia abrió la puerta acompañada por Carla, y le dedicó una amable sonrisa al padre de su mejor amiga. 

- Buenas noches Lucrecia, es hora de dormir ¿no?- dijo el mayor tratando de sonar gracioso pero no lo consiguió haciendo que la boca de Carla formara una línea recta debido al tono que había usado su padre.

- Está bien padre, no es culpa de Lu, solo nos entretuvimos hablando- explicó Carla saliendo de la casa quedándose al lado de él. 

- Oh, no me malinterpretes Carla. Entiendo que pasen horas y horas hablando, después de todo el tiempo que habéis estado separadas es normal- les sonrió Theodoro con aprecio a las dos, a lo que ellas le devolvieron el gesto.

- Señor Rosón, ¿por qué no deja de Carla se quede a dormir aquí conmigo? Mis padres no se encuentran en casa y no lo paso muy bien sola- sugirió la menor de los Montesinos poniendo ojitos de cordero, por lo tanto Theodoro no se pudo negar a esa proposición. 

- Bueno... Está bien- respondió a lo que las dos empezaron a aplaudir y a pegar brinquitos de alegría- Pero con una condición, antes de las 12 en casa, Carla. Le he dicho a Rebeca y a Polo que necesitamos una criada, así que por si acaso llega mañana quiero que estés conmigo para evaluarla y tener en cuenta tu opinión- habló serio mientras que la abrazaba por lo hombros.

- Tranquilo padre, mañana le prometo que llegaré puntual. Buenas noches- se despidió la rubia dejándole un beso y entrando de nuevo en la casa de su mejor amiga.

- Buenas noches chicas.

El padre de Carla se retiró a su casa y enseguida se echó a dormir, mientras que las amigas no pensaban en detener su plática tan interesante. 

- ¿Entonces tienes algo con Valerio Rojas?- preguntó Carla entusiasmada por la respuesta de su amiga.

- No, no es exactamente así. Me ha coqueteado unas cuantas veces, pero nunca estaría con el hijo de una peluquera- rechazó arrogante- Bien sabes que nuestras familias siempre nos han dicho que debemos de casarnos con un hombre de apellido, que mantenga a salvo nuestra reputación y nuestra clase social- comentó Lucrecia sentándose en el tocador cepillándose el pelo antes de irse a dormir. 

- Realmente no es tan solo el hijo de una peluquera Lu, recuerda que su padre trabaja para el comisario- le recordó Carla mientras que se ponía el pijama que Lucrecia le había dejado en la cama. 

- Si lo vemos de esa forma, tal vez pueda tener más posibilidades conmigo. De todos modos estoy buscando a alguien nuevo. Algún americano de ojos azules, rubio, alto y fuerte- declaró sumergida en su mundo de fantasías suspirando por algún príncipe.

- Pues claro, rubios y de ojos azules todas los queremos. Pero tranquila, si veo alguno te lo dejaré para ti, las amigas primero que los romances- aclaró Carla levantando las manos en señal de paz debido a la mirada amenazante que su amiga la había lanzado. 

- Ya lo sé cari, esa regla siempre tiene que estar presente. Por cierto a ver si mañana vamos a ver a Polo al restaurante, el pobre no para de trabajar y tendrá ganas de llevarse una alegría- opinó Lu acostándose en su gran cama doble lista para dormir.

- Justo te lo iba a proponer, tengo muchas ganas de verlo. Estará guapísimo- aseguró pensando ya en su rencuentro.

- Y lo está, a ver si te lo ligas, siempre le has gustado- dijo Lu mirando fijamente a su amiga esperando a ver su reacción.

LA SEÑORITA Y EL MAYORDOMODonde viven las historias. Descúbrelo ahora