Capítulo cuatro

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A la mañana siguiente, el segundo jade despertó temprano como de costumbre para tomar un baño y hacer el desayuno con lo que había en el pequeño refrigerador.

Wei Ying se despertó con el olor del desayuno, soñoliento se acercó a Lan Zhan para desearle buenos días y tomar asiento. Desayunaron tranquilamente y al terminar, Wei Ying condujo hacia el pueblo para llevar a Lan Zhan a su hogar.

Ambos no contaban con la presencia de Lan Xichen, quien los vio bajar de la casa rodante. Lan Wangji tenía puesta la ropa del día anterior, lo que Xichen sospechó que su hermano menor habia hecho cosas de adultos. Xichen se acercó a la joven pareja para invitarlos a casa.

La casa del tío Qiren es enorme, con un estilo tradicional. Wei ying entró sin problemas y Lan Zhan fue a su cuarto para cambiarse de ropa, pero Wei Wuxian sintió curiosidad, y entró para molestarle un poco.

—Lan Zhan, la noche anterior fuiste muy rudo ¡No tuviste piedad de este pobre virgen! –

La risa de Wei Ying retumbaban el sitio, por su parte, Lan Zhan solo tenía sus orejas sonrojadas mientras se cambiaba de ropa. Wei Wuxian le miraba fijamente y se acercó a él para quitarle la toalla que tenía en su cintura para lograr ver su miembro.

—Lan Zhan... ahora entiendo porque me duele el trasero. –

Wei Ying se acercaba de manera seductora mientras acariciaba el miembro, sus ojos grises lila miraban los ojos dorados de Lan Zhan y luego se fijó en sus labios para poder besarlos. Apretó el miembro, y antes que hiciera algo más, el tío Qiren entró al cuarto. Casi le daba una desviación de Qi al ver semejante escena.

Lan Zhan se sonrojo y comenzó a vestirse rápidamente disculpándose mientras que Wei Ying solo bufó y colocó sus manos en su cintura.

—¡Aiya! Lo siento viejo, pero debes tocar antes de entrar. -

Lan Wangji fue detrás de su tío para tranquilizarlo, y Wei Ying salió de la habitación para merodear los pasillos. Había muchas pinturas curiosas, sobre toda una en donde se mostraba varios hombres vestidos de túnicas blancas.

Wei Ying observó que detrás de la pintura había algo raro. Alzó la pintura para tocar el viejo botón que estaba en la pared y vio como una puerta se abrió.

Bajó las largas escaleras con cuidado, tenía curiosidad a donde le llevaría. Bajó hasta el fondo y llegó a una enorme biblioteca.

Wei Ying estaba boquiabierto, el sitio era majestuoso: Los estantes eran enormes con muchos libros, habian pergaminos y objetos extraños. Wei Wuxian no pudo evitar su curiosidad y hojear, incluso agarró uno de los artefactos que había en un estante para observarlo detenidamente, pero de pronto escuchó ruido. Al voltear, vio a Lan Qiren parado frente a él.

Wei Wuxian entró en pánico y se disculpó por lo que había hecho. El hombre mayor solo le miraba mientras acariciaba su barba.

—Supongo que algún día te ibas a enterar. -

Dijo Lan Qiren acercándose al chico.

—¿Enterarme? ¿De qué? -

Preguntó Wei Ying y luego el mayor le invito a tomar asiento en una mesita tradicional.

—Lo que te voy a contar, quizás sea algo raro para ti, pero espero que logres comprender. Todo lo que ves a tu alrededor es muy antiguo; hace muchos años atrás, existían los cultivadores, nos encargábamos de ayudar a los demás mientras alcanzábamos la inmortalidad. Se podría decir que ya tienes experiencia junto con Wangji ya que lo que hacías junto con él y Shaoran, era justamente cultivación. Yo soy un inmortal, el ultimo que quedó. Mi clan era Gusu Lan, vivíamos por estos rumbos hasta que un día, comenzaron a llegar personas que atacaron a los cultivadores. Al parecer estaban en contra de nuestros principios y nuestras habilidades, por lo que comenzaron una batalla que acabó bastante mal. Al principio era un grupo reducido, pero con el paso del tiempo, se incrementaron y comenzaron atacar primero a los cultivadores errantes y al final las sectas, Gusu Lan fue el último a quienes atacaron. Pedí piedad por mi familia y los discípulos, pero fue inútil. Mi sobrino, Xichen, me ordenó que huyera con los libros más importantes, pero, lamentablemente vi con mis propios ojos como se deshicieron de mi familia. No quedó nadie más, solo yo. -

Reencuentro del pasadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora