Prólogo.

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Prologo.

El chico miró al hombre sentado en la silla frente al escritorio. Su aura tranquila y solemne le gustó. El hombre se pasaba los dedos por su barba corta y prolija, mientras buscaba las palabras para hablar con el chico. Sus ojos claros lo miraban con tranquilidad, tenía una mano apoyada en el apoya brazos y la otra flexionada soportando el peso de su cabeza con la mano. El rey brujo no comprendía como un chico tan tranquilo como era él, había reaccionado de esa manera. Sus ojos lo detallaban esperando algún signo de arrepentimiento, pero no lo había. El muy descarado había hecho algo terrible y no se arrepentía.

-¿Sabes por qué estás aquí? -preguntó el Rey brujo.

El chico de trece años asintió tranquilo. Se enderezó en la silla y se quedó observando al hombre, quien ya estaba más que fascinado con su personalidad altiva.

-Hice un pacto con su hija -dijo el chico tranquilo.

El hombre de mediana edad dejó de tocarse la barba, mientras sus labios se apretaban. "Este mocoso no sabe en lo que se metió." Pensó.

-¿Sabes que ese pacto de sangre se hace con tu arcan? -le preguntó el Rey al chico.

El chico sonrió de forma satisfactoria.

-Por eso lo hice, porque Isabella es mía -dijo tranquilo.

El hombre frunció el ceño al escucharlo. Algo en su mente le inquietaba de este chico. No sabía si era el hecho que sea uno de los jóvenes más prometedores de la magia, habiendo tenido su ascenso a las trece, o si personalidad. El solo saber que había dicho que su hija era suya, solo quería decir que ese niño era su arcan.

-Ella es muy chica todavía, no tendrías que haberlo hecho -dijo el Rey con voz grave.

El niño frunció el ceño, mientras rascaba su ceja.

-Pero si ella, es mi arcan. Tarde o temprano lo sabrá -dijo tranquilo, como teniendo toda su vida resuelta con esas palabras.

El hombre largó un suspiro.

-Ella está desmayada por todo el maná que fluyó en su cuerpo. Tuvimos que contenerla y no sabemos que consecuencias puede llegar a tener... ¿Lo entiendes? -le preguntó.

El chico de ojos claros asintió lentamente.

-Lo sé.

Al Rey le pareció tierno y a la vez se le encendió una luz de peligro. Isabella era una niña tierna y cariñosa, tenía en estos momentos ocho años y todavía le faltaban dos para tener su despertar y ni hablar de su ascenso para saber en qué categoría quedaría.

-Decidimos ponerle un hechizo de olvido para que no recuerde esto. Ya que podría afectar su mentalidad -dijo el Rey.

El chico frunció el ceño pero luego asintió.

-Sé que con este pacto estaremos más que unidos -dijo con una insinuación de sonrisa.

El hombre se recostó en la silla mientras miraba al chico. Le parecía increíble que siendo tan joven haya podido hace un hechizo de esa magnitud y no tener ninguna herida más que la cortadura en la palma de su mano.

-No tienes permitido decirle que eres su arcan hasta que tenga su ascenso, como es con todos los que saben antes que su pareja -le dijo el padre de la chica en cuestión-. ¿Lo comprendes?

-Si, alteza -dijo el niño de ojos claros.

Un pacto de sangre entre arcans es inquebrantable y prácticamente es como firmar una libreta de casamiento humana para toda tu vida. El joven de trece años lo había hecho mejor que nadie. Se había quitado de encima a los que podrían estar detrás de su alma gemela y a la vez él no quedaría expuesto, ya que la marca del pacto es interna directa al corazón.

-¿Puedo ir a verla, solo para saber como está? -dijo el niño.

El Rey salió de sus pensamientos.

-Ve -dijo moviendo su mano dándole permiso.

El niño se levantó y salió tranquilo mientras sentía su corazón palpitar.

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Hola a todos, antes que nada espero que estén bien.

Quiero dar las gracias a todos por las ganas que tenían de que esta historia empezara. 

Sin más preámbulos los dejo con el primer capítulo.

Saludos Cristy!

Saludos Cristy!

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