14. Puedo sentir como me amas

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A los seis meses y dos semanas, le pareció irreal la manera tan bonita en la que su mayor parecía amar su pancita

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A los seis meses y dos semanas, le pareció irreal la manera tan bonita en la que su mayor parecía amar su pancita. Mientras lo abrazaba por detrás en la cama, cómodos ante la tranquilidad del momento.

Las manos acariciando su piel cuando levantaba su playera larga, pasando por su espalda y presionando su cadera. Se empujó hacia atrás y se dejó llevar por la sensación que en su ingle sentía.

Jadeó, tomando una mano del alfa para guiarla por toda su curva hasta su trasero donde apretó fuerte. Había algo, no sabía que era. Pero la gustaba la forma en la que lo trataba, como si todo su cuerpo, a pesar de la pancita grande que tenía, fuera un manjar.

—Alfa... —Suspiró, podía sentir el aroma embriagador del mayor. Sabiendo que éste, probablemente por su culpa, estuviera entrando en celo.

La nariz del mayor fue a su cuello, su piel suave siendo disfrutada con besos húmedos, succiones leves que dejaban marcas.

Cerró sus ojos, no quería saber lo que estaba a punto de hacer, solo sentir como su propia mano iba hacia atrás para tomar el pene firme del alfa sobre la ropa.

Escuchó el jadeo sorprendido de Off, y en definitiva lo amo como todo lo que hacía, incluyendo la respiración caliente en su oreja. Acarició, y dejó a la imaginación volar, recordó cómo se sintió su primera vez. Como su cuerpo había estado dispuesto a entregarse.

Gimió ante el golpe que recibió en su trasero, el mismo cosquilleo se presentó en su ingle y de inmediato comprendió que le estaba encantando más de lo normal.

Off. —Gimió su nombre.

Se empujó contra el abdomen del alfa, obteniendo más del placer que empezaba a surgir en su interior.

—Gun...

Entendió, no hubo falta de decirlo, se alejó para girarse y jalar la camisa del mayor, quien parecía comérselo con la mirada, como si deseara lamer todo su cuerpo.

—Ayúdame, no puedo. —Se quejó y la risa de Off fue parte de su alegría.

—Es así. —Le enseñó como quitar los broches y se deshizo de la camisa arrojándola lejos para levantar la playera del menor—. Dios, tus pezones son hermosos.

No hubo tiempo de hablar, solo jadeó fuerte al sentir como su pezón era absorbido y mordido con cariño. El alfa jadeó bajo, alejándose y observándolo.

—Creo que el bebé va disfrutar de tu leche.

Parpadeó, no entendió lo que había dicho hasta que notó como un poco le leche escurría por los labios de su alfa.

—Dios... tu acabas de...

—Envidiaré mucho al bebé pero al menos fui el primero en probarla. —Una sonrisa de orgullo lo acompañó mientras tomaba el otro pezón y succionaba.

Duro - H.A #5Donde viven las historias. Descúbrelo ahora