Gun Atthaphan es un Omega de veintidós años, que tiene algunos problemas de dinero. Él lo necesita con urgencia pues ha quedado desempleado. Cuando alguien le menciona que existe un lugar donde le pagarían mucho sólo por enseñar su culo y dejarse fo...
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Suspiró, temeroso, mientras con cuidado sostenía la mano pequeña de su mejor amigo en la camilla de la ambulancia.
—Dios, Gun. Despierta, ese cachorrito no saldrá solo.
Tomó el teléfono del menor y lo encendió. Cuando el número en pantalla mostraba solo a una persona, no tardó en marcar tembloroso. Dudando de quien sería, quien contestara.
—¿Hola? ¿Gunnie?
—No disculpa. Soy amigo de Gun y f-fue a mi pastelería por los antojos. Y-Yo, Dios.
—¿paso algo malo?, siento a Gun tenso.
—Va a tener al bebé, ahora... —Escuchó algunos festejos en la línea que lo hicieron fruncir el ceño.
—Papá, Mamá dejen de festejar y corran por el auto. —Gruñó molesto— Lo siento, ¿en qué hospital estará?
—Estamos camino al hospital Phanadul, a solo algunas calles.
Estaba más nervioso él, que Gun, porque seguía dormido como si nada ocurriera. O bueno, para su mala suerte este se despertó exhalando fuerte y apretando la mano de Krist con fuerza, hasta casi romperla.
—¡Espera Gun! —Este negó.
—Me duele, malditas contracciones.
—Te diría que es tu culpa por perder tu virginidad pero yo fui quien te recomendó ir. Así que verás...
—Cállate y dame el estúpido teléfono.
Oh, miró el celular en su mano. Recordó que aún tenía la llamada y que el alfa seguía escuchando.
—Tu pareja está escuchando.
—¿Off? ¡Off! —Le dio el celular observando su expresión feliz y más tranquila— ¿Ya vienes? nuestro cachorrito no quiere que pase toda mi vida en cama. ¿No es genial?
—¿Te sientes bien? ¿No te duele mucho? ¿Por qué carajos no me dijiste que saldrías?, al menos así estaba al pendiente si pasaba algo.
Puchereó, pero poco le duró, antes de volver a jadear adolorido y bajar su mano a la altura del ombligo.
—Dios, dime que ya están ahí.
—N-No, pero t-tu hijo qu-quiere nacer en la am-ambulancia. —La nueva contracción fue más fuerte que las anteriores.
El cómo su interior parecía revolverse y querer tener a su cachorro en ese instante. Era doloroso.
—No no, Gun. Aguanta un poco. Puedo sentir el dolor que tienes, pero solo espera... —la voz de su alfa lo tranquilizó.
—S-Sí, trataré... alfa, no olvide que lo quiero a mi lado en el parto. ¿De acuerdo?
