Era como un espejo. Él miraba, buscando algo que no conocía, pero su rostro le bloqueaba la vista. Sobre su cabeza se elevaban las ramas vestidas de verde, que reflejaban la fuerte luz solar, transformándola a medida que bajaba en un crepúsculo verdoso. Algunas hojas amarillas y marrones flotaban en las orillas junto a los helechos sobresalientes, sin quebrar la superficie cristalina, totalmente calma, sin ninguna agitación. Parecía que nada vivía allí. Ni siquiera se oían los murmullos de las ardillas o el canto de los pájaros.
No resultaba intranquilizador para él. Podía oír la ligera brisa, los árboles moviéndose. El olor dulce del agua, la hierba y la tierra húmeda llenaba sus fosas nasales. Una parte de él estaba tentada por tocar la superficie y ver las ondas circulares moverse por toda su superficie. Anillos acuosos, una diversión infantil. Era todo tan tranquilo, como una foto, pero tan bello que no se atrevía a romper la calma.
-Muy bonito, ¿cierto?
Levantó la vista hacia la derecha. Se sorprendió un poco al ver la vestimenta de aquel hombre. Demasiado formal, al menos para su gusto. Corbata, traje negro... No encajaba con el ambiente natural de la zona. Como si un hombre de negocios fuera repentinamente arrancado de la ciudad y puesto frente al lago.
-Sí -respondió. Se vería extraño, pero no amenazante-. Es un lugar muy bello.
-Me alegra que lo vea así. -respondió, mientras de acercaba con paso cauto. Su postura y sonrisa sugerían intenciones amables.
El hombre llevaba unas gafas de marco redondo y un peinado hacia el lado que trataba de disimular su calvicie. Por un lado, parecía viejo, pero el brillo de sus ojos y sus facciones bien delimitadas comunicaban una fuerza de juventud subyacente. Una mente clara, inteligente. Un sabio erudito.
-Permítame presentarme, soy Dorian Wright, habitante promedio de Brichester -dijo estirando la mano-. Asumo que usted viene también de allí. ¿Lower Brichester, si mí intuición no me miente?
-Se nota demasiado por la ropa, ¿no? -Respondió con humor, aceptando el apretón de manos-. David Fitch.
Dorian río en voz baja. -Fue una corazonada por mi parte. Lleva mucha mejor vestimenta que los comunes de Lower Brichester.
-Gracias
Dorian resoplo complacido antes de volver la vista al lago. -¿Y qué lo trae por aquí? Si no es mucha molestia preguntar.
-No es molestia. Aunque tampoco podría responderle-dijo David mientras miraba igualmente al lago-. Simplemente me llamó la atención el lugar, supongo.
-A veces eso ocurre -Dorian se veía pensativo. Volvió a mirar a David-. ¿Piensa alquilar alguna de las casas?
-¿Esa fila de vejestorios? Incluso mi apartamento está en mejor estado, aunque le sorprenda.
Dorian río, esta vez con más ganas. -Le creo, señor Fitch. Sólo cierta calidad de hombre tiene afinidad con estos lugares.
-¿Es usted uno de esos? -preguntó David con un poco de sarcasmo amistoso.
Dorian se encogió de hombros. -Frecuento el lugar. Digamos que lo estoy investigando. Asumo que no conoce la historia detrás de esas casas, ¿o me equivoco?
-No creo saberla, al menos.
-En corto, fueron construidas por una secta o culto. Videntes, chiflados, llámelos como quiera. Creían en algo que vivía en el lago, lo adoraban y construyeron las casas para vivir cerca de eso. Llegaron a escribir libros bajo la supuesta influencia del ser. Una inspiración divina, o demoníaca si cree en el Dios cristiano.
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"Cuando Gla'aki Duerme" y otros relatos de los Mitos de Cthulhu
Horror"Hay aspectos ocultos de la vida, tanto en el exterior como en las profundidades de la mente, que es preferible mantener en secreto y apartados de la conciencia del hombre corriente; pues existen en la Tierra oscuros parajes donde acechan horribles...