Rayo de luz

0 0 0
                                    

Llegó la luz del sol, momento de preparar todo hay que ir a trabajar, desayuno y preparo mi vianda de comida para almorzar y cenar la jornada no va ser fácil más cuando está la temporada navideña. La gente vive como loca en el centro comercial de la ciudad con tantas compras, un baño, comienzo arreglarme para estar presentable y toque de suerte el maquillaje tape las ojeras que llegan al suelo.

-Mama ya me voy, nos vemos luego, te amo.- Me despido de mi madre como todos los días. No me gusta que se preocupe cuando estoy en la calle.

-Ok, mi niña también te amo- Dijo con ilusión.

Paso por casa de la loca para darle amor sino le dará algo, es mi marido versión mujer. Una rutina un poco desastrosa puedo decir, igual es la mujer de mis quincenas literal, todo se nos va en puro dulces y alcohol. No me imagino una vida sin Pau y Sam, aunque la segunda se encuentre en otro estado por trabajo también la extraño mucho en estos momentos.

-Pauuu sal que ya me voy, no me puedo retrasar- Si entro, no llego, esa mujer me acapara la vida. Sale más barato que me regale un manojo de llaves, vuelvo a gritar desde la acera.

-Dios dame paciencia con ella- Me digo a mi misma. Busco entre los contactos su número y llamo, primer tono, segundo tono y contesta.

-Alma de mi alma, ven a darme amor que voy- Le digo apenas contesta el teléfono.

-Voy, voy, voy no te vayas por fis- Contesto la loca con voz adormilada.

-Okey, se va hacer tarde y me iré- Le dije con voz sería.

Señoras y señores tenemos a mi mejor amiga en la calle con pijama para darme el abrazo que necesito para este día. Me despido y camino a la parada de bus, una hora de camino así que pongo un poco de música. Quizás es la falta de horas de sueños, pero ya estoy alucinando como demonios llega una mariposa a un bus si los parques o árboles quedaron atrás hace como 20min y la sensación de paz que transmite es algo que no puedo explicar, pero se siente tan bien tenerla cerca. Las penas se van aunque sea por un momento, lo disfrutaré, quizás Dios aún no me ha abandonado de toda esta porquería.

Llegué a mi parada, momento de preparar toda la paciencia y mi mejor sonrisa para la avalancha de personas en hora pico, adicional a los días festivos, no soy amante a la navidad y me puedo catalogar como un Grinch. No la odio, pero tampoco es mi época favorita del año.

Cualquier Dios nórdico que exista en los cielos ayúdenme a pasar el día lo más rápido posible, ya cambiada con mi uniforme voy hacia la puerta para arrancar el día en el coffee lounge. Digamos que mi ánimo en vez de cero se encuentra en tres, no puedo ser tan desastrosa o sí, todo sea para reunir el dinero que necesito.

-Buenas, un café doble, una media luna y dos torta de zanahoria para llevar, por favor- solicito aquella mujer tan familiar a la cafetería, creo que trabajar en alguna empresa publicitaria cerca de aquí. Le sonrió y deseo un feliz día.

-Una dona doble chocolate, hm, un capuchino con crema, por fis- me asomo sobre el mostrador porque lo único a parte de una melena castaña y lazo fue lo único que pude apreciar a simple vista aparte de la voz con demasiada energía en ese diminuto cuerpo. Es tan adorable.

-Buenos días preciosa, deseas algo más?- Le sonrió y le indico con la mirada si la señora de atrás es su mamá negando de inmediato. Señor porque haces sacar mi lado salvaje y maternal al mismo tiempo, me llevan a la estación de policía directo.

-¿Con quién andas preciosa? Quién pagará todo esto por ti y andar sola puede ser peligroso- le dije.

-Mi papi está por venir, no estoy sola- contesto alegré. Adelantar el pedido no le hará mal a nadie.

-Ok, me debes 3,50$- Indique al pequeño torbellino que tenía enfrente.

-Papi, papi, ven, ya hice nuestro pedido, papi- Quisiera la energía de esta niña, me recuerda cuando estaba chica. -Ya voy cariño, espérame- escuché al fondo del local.

-Disculpe señorita, cuánto le debo?- Una voz varonil y sensual, dichosa la mujer que pudo tener a este hombre, y que tiene un gran cartel de ocupadamente casado tatuado en la frente.

-Son 3,50$ señor, disculpe mi atrevimiento. Pero, no deje a la niña sola puede ser peligroso- La cara de poker de este hombre es un completo poema y yo mi boca tan floja que no se limita.

-Lo siento, no debí, aquí tiene su pedido. Espero vuelva a coffee lounge- Tragarme tierra que estoy haciendo.

-Chao- grito una pequeña muy feliz por su azaña de hoy. Cuando aprenderé a no pelear por niños que no son míos.

-Chao pequeña- me despedí. Momentos como estos se sienten como un rato de luz en la oscuridad. Entre clientes y más cliente fueron pasando las horas hasta que llegó mi hora de descanso, comería ya mi estómago pide desintegrar algo aunque mi hambre está más que escasa. Necesito alimentarme aunque sea un poco en el día.

Reviso mi móvil para ver si alguien dejo un mensaje o simplemente revisar mis redes sociales, alguna distracción con tal de no pensar y terminar hecha un caos. Acabo mi descanso y vuelvo al ruedo para terminar mi turno, gracias al cielo ya casi cerramos. En esta ciudad el café es una adicción así como el chocolate para mantenerte despierto. Deseo llegar a casa para acurrucarme en mi cama, estoy molida, mis pies lo piden.

Me despido de los chicos, me cambio y salgo rumbo a mi destino, hoy fue un gran día a pesar de sentir que mundo perdió la alegría. Camino rápido hasta la parada de bus antes de que se haga más tarde, justo a tiempo cuando va pasando el bus que va hacia mi casa. Un poco de música y el trayecto será más corto.

Abro la puerta, comienzo a quitarme los zapatos y me tiró en el sofá para agarrar energía y terminar de llegar a mi habitación. Solo me acuesto un rato mientras mamá hace la cena. Quedarme dormida, despertar de madrugada y ver el amanecer es mi rutina diaria. A veces quisiera poder dormir como una personal normal, lo necesito tanto cómo respirar y mi mente no colabora mucho cuando de pesadillas se trata, queda esperar que suceda un milagro.

RecluidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora