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"Yeojinnie, préstame el lápiz rojo"
Yerim se quedó mirando atónita la caligrafía claramente hecha con el lápiz que le había pedido y le respondía un claro "no tengo".
Cortó otro pedazo de papel de la última hoja de su cuaderno y volvió a escribir.
"Por favor Yeojinnie lo necesito para colorear las manzanas del árbol".
"No tengo".
Y una vez más, había respondido en color rojo.
—¿Te crees muy graciosa, estúpida? —se giró y gritó. La contraria abrió los ojos con sorpresa, Yerim había dicho una mala palabra.
—¡Choi Yerim, ese vocabulario! —recriminó la profesora—. Pídele disculpas a Yeojin.
—Ella empezó. Se burla de mí.
—Yo no me burlo de nadie —se escuchó una tímida voz de fondo.
—Le dije que me prestara el lápiz rojo y escribió que no lo tenía ¡con el color rojo! —gritó, furiosa.
—Yerim ven conmigo —dijo la profesora y la llevó fuera del aula, dejando a una Yeojin confundida detrás—. Ella es daltónica, ¿sabes lo que es eso? —la menor negó vehemente con la cabeza en signo de negación—. Significa que ella no puede ver los colores como nosotros. Sus ojitos están enfermos y es por eso que no sabía que estaba usando el color rojo para escribir, ¿entiendes? —esta vez asintió.
Yerim caminó en silencio y al llegar junto a Yeojin le pidió disculpas, si estaba enferma no era su culpa. Más tarde le pediría a su madre una de esas medicinas que le daba cuando le dolía el estómago para que su amiga pudiera ver los colores.
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