Rowena
Me siento sobre mi ventana y observo las fronteras del reino. Una gran tormenta se ciñe sobre el reino de ellos. Suspiro e intento devolver la atención al libro que mi profesora me mandó leer, pero casi no me puedo concentrar. Mi madre aparece por la puerta, aparto la mirada de ella:
- Hija, no vas a estar enfadada con nosotras toda la vida...
- ¿Por qué no me lo dijisteis?
- Porque sabíamos que te ibas a negar. – Su voz suena como si lo que haya dicho sea lógico, es tan bonito obligar a tu hija a comprometerse en menos de una semana...
Seria le dedico una mirada de pocos amigos. Mi madre se acerca a mí y pone su mano sobre mi hombro. Vuelvo mi mirada a la frontera de los reinos.
- ¿Les habéis vuelto a atacar? – No obtengo ningún tipo de respuesta. – Madre, te he hecho una pregunta.
- Ya te hemos dicho que nosotros no les atacamos si ellos no lo hacen...
- Madre, ellos solo están intentando recuperar territorios que eran suyos...
- Dejemos esta charla para cuando tú seas reina, venga, ahora cierra ese aburrido libro y vete a dar una vuelta por el pueblo, dales confianza a tus súbditos.
Volteo mis ojos y me levanto. Aliso mi vestido y sin despedirme, salgo de mi habitación. Me encanta ir a dar vueltas por el pueblo, y más si están en fiesta, pero prefiero no mostrar entusiasmo en frente de mi madre; no quiero que sepa que esta vez ha ganado. Bajo por las caballerizas para llegar antes, pero allí ya hay problemas:
- Mi majestad, vaya a avisar al escudero mayor, tenemos problemas con los caballos.
Asiento y vuelvo a la sala principal del palacio. Allí encuentro a mi padre hablando con el hombre que busco:
- Bentley, los caballos están resistiéndose a los amarres.
Sus ojos azules se clavan en mí y se despide de mi padre con una reverencia. Curiosa, salgo corriendo detrás de él. Los caballos saltan y relinchan en sus cuadras. Avanzo con precaución hasta mi palafrén, pero nada más verlo, suelto un gran chillido que asusta a todos. Galia, mi palafrén, llora sangre, la cual también emana de sus orejas. Uno de los escuderos entra en la cuadra. Por suerte, es el que más tranquilo está. Le limpia la sangre con cuidado y le da una planta para que duerma, al parecer la sangre emana de ella por los nervios:
- Princesa, les recomendamos que salga de aquí cuanto antes, los caballos están muy nervioso y en cualquier momento le pueden hacer daño. – Miro hacia Bentley nerviosa. – No se preocupe, cuidaremos de su palafrén.
Asiento y me voy con cuidado de no pisar mucha tierra. Llego gasta la plaza del pueblo. Para mi sorpresa, Uri, uno de los curanderos más famosos del reino se encuentra subido a un barril. Numerosas personas le observan formando un círculo. Algunos que me reconocen me saludan con una reverencia. Me quedo atrás de todo, pero escuchando atenta la voz de Uri:
- Él ha vuelto, lo noto en mis pociones, lo noto en los animales. Todos están nerviosos, sangrantes. Todos parecen escuchar algo que nosotros no podemos.
"Los escritos ya me avisaron de que volvería para la coronación de la futura reina – Uri me señala haciendo que todos dirijan su vista hacia mí. – Nuestra futura reina Rowena nació en extrañas circunstancias la misma noche que Él murió. Siempre afirmé que realmente no se había muerto y mis sospechas cada vez se hacen más fuertes.
Cuando Uri se dispone a hablar de algo más, aparecen los caballeros de mis padres por la esquina de la calle. Ahora que la guerra ha terminado, estos se ocupan de mantener el orden en la calle. Nada más verlos, Uri baja del barril y comienza a ordenar a las personas que se dispersen. Ante el miedo por alguna detención, los allí presentes comienzan a desaparecer entre las calles. Los caballeros me saludan y pasan de largo. Intento seguir a Uri, quiero saber más, siempre se queda con mi historia a medias y yo quiero realmente saber todo lo que pasó cuando yo nací. Quiero saber porque nadie se atreve a citar su nombre. Pero mi "quiero saber" siempre se queda en un "pronto sabrás". Tras comprar unas cuantes especias en la tienda de Analía, vuelvo a Palacio para cenar.
Me siento seria en mesa y comienzo a coger pedazos de todo un poco. Hay restos del cochinillo de por la mañana, además de pavo y ternera. No tengo mucha hambre, por lo que pronto termino. Miro seriamente a mis padres:
- ¿Qué sabéis vosotros del dragón?
Cuando termino de formular mi pregunta, mi padre intenta no atragantarse:
- Rowena, contrólate, es Él...
- ¿Por qué le llamamos así? Es un animal cualquiera, no estoy diciendo su nombre propio.
- No es tiempo de hablar de ello hija...
Tiro mis cubiertos al plato con fuerza y me levanto de la mesa. Me dispongo a irme de la sala, pero antes grito:
- En esta casa nunca se puede hablar de nada...
Corro hacia mi habitación y nada más llegar salto a mi cama. Estoy harta de mantener tantos temas sin zanjar. Siempre me tengo que callar sobre temas que todos saben, excepto yo. Estoy harta.
Me quedo dormida enfadada, pero nada más hacerlo, en mi sueño veo a un dragón blanco removerse en oro en una cueva. Este parece estar dormido, pero poco a poco empieza a respirar de una forma más fuerte... Intento concentrarme más y acercarme a él. Es un sueño, no me va a pasar nada. Cuando estoy a punto de tocarla, su ojo se abre y parece que me ve...
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ESMERALDA - El Oráculo y el Dragón
FantasiaMi destino como futura reina nunca fue de mi agrado, pero todo arremetió contra mis intereses cuando mis padres me prometieron con el hijo del Reino de Francia. Me fugué con los príncipes oscuros porque mi destino no estaba en ser la mujer de un hom...