Poema al Tiempo

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Somos tus nobles esclavos,
somos tus fïeles súbditos,
tus lëales seguidores.

Te celebramos cada año,
cada díä, celebramos
que gracias a ti ämamos.

Eres un arma, la más
peligrosa quë existe.
Eres un arma filosa,
letal. Eres asesino
sin empatía ni piedad.
Eres una dichä y una
agria condena a la vez.

Unos temen tu parar,
tu raudö acontecer,
tu rara forma de ser.
Por más que se ansíe escapar,
siempre nos vas a encontrar.
Desde que nos ves, tus lazos
se aferran a nuestros brazos.
Por más cruel que sëas, eres
del todo, inefablë. Hieres
con tus sigilosos pasos.

Tu vida no salvaría,
la mía de tu fin depende
creo que se sobrentiende.
Tú, con tu filosofía
te escondes como arpía,
bajo el disfraz de valiosa
y gran misericordiosa
al darnos con gran fervor
aquel propicio favor
que llamas vida piadosa.

Te conocí caminando,
ahora me atrapas trotando,
te ëstás precipitando.
A veces tanto, que no
percibo tu obvia presencia,
pero siempre, siemprë estás
ahí, äsechando en las sombras
y a plena luz a la vez.

Tú, con tu daga invisible,
que ësperas al asecho,
la cumbre del conticinio
para eficazmente atacar,
y al alba, tu obra mostrar.

Desde que nos ves, nos atas
a la cruel rëalidad,
nos das la etérea libertad
y luego nos la arrebatas.

Comparadä a tu lado,
incluso una larga vida
puede parecer efímera.

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