Flechazo

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Prompt 5: Flechazo

Salí de vacaciones, así que aquí traigo el último one-shot. 

     ―Con que de verdad sirven comida en este lugar ―dijo Sherlock después de que se sentaran a la mesa. Esa noche decidieron pasarse por el restaurante de pizzas que había debajo de su departamento; el recinto ocupaba toda la primera planta del edificio que, como bien sabían, era propiedad del gobierno. Las paredes bien iluminadas, los muebles de madera pulida y el aroma de varios alimentos cocinados juntos no lo diferenciaban de otros lugares similares de Brooklyn.

     ―¿Qué pensaste que hacían, Sherly? ―sonrió William, divertido con la forma en que Sherlock observaba todo con un dejo de suspicacia.

     ―Una puesta en escena muy elaborada. ―Se encogió de hombros y sacó un cigarrillo nuevo―. Aunque supongo que no lo necesitan, ya que nos tienen ahora a nosotros para recabar información.

     ―Aunque podrían hacer ambas cosas.

     ―Pues me alegra que no sea así ―esbozó una sonrisa torcida en tanto miraba más allá de su hombro―, o tendríamos menos tiempo para la diversión.

     Un mesero arribó entonces para anotar sus pedidos, por lo que su réplica tuvo que esperar. Hacía tiempo que no salían de paseo dadas sus obligaciones; la mayoría de las veces preferían quedarse en casa y acurrucarse juntos enfrente del fuego. El clima, sin embargo, comenzaba a temperarse conforme se acercaba la primavera; la cual fue la excusa que Sherlock usó para instarlo a salir.

     ―La próxima vez vamos al teatro, al ballet o lo que sea ―le dijo mientras esperaban la comida―. No necesitamos ser tan austeros ya.

     ―¿Realmente te gustan esas actividades?

     ―No, pero es el tipo de pasatiempo que solías tener, ¿cierto? Podemos compartirlo.

     Tal vez lo decía a propósito para abochornarlo, pero lo cierto es que le hizo curvar los labios con ternura.

     Desde que se despertó a esta nueva vida sus emociones turbulentas estaban a flor de piel; lloraba ante gestos insignificantes y le era difícil fingir indiferencia. Era una libertad que había creído perdida, pero ahora Sherlock agitaba su corazón de una manera agradable cada vez. Podía aceptar que solo deseaba que él le mirara para siempre de aquella forma, tan llena de amor.

     ―Solo compartir el tiempo contigo basta para mí, Sherly ―musitó. Habría tomado su mano si no estuviesen en un lugar concurrido―. Estos días que pasamos juntos son un precioso regalo.

     Sherlock abrió los ojos grandes y el calor se le subió a las mejillas. A pesar de que ya llevaban juntos un tiempo, aún se mostraba sorprendido cuando le hablaba de sus sentimientos directamente. Se llevó la mano a la boca por un instante.

     ―Tú sí que sabes por donde atacar, ¿eh? ―dijo riéndose en voz baja. Luciendo casi revitalizado, sus ojos brillaban cuando se retiró el cabello de la frente―. Aunque soy yo el que debería sentirse así.

     ―Entonces estamos iguales.

     Mientras Sherlock tomaba descuidadamente el trozo de pizza de pepperoni de su plato, William cortó de manera lenta el suyo con los cubiertos. Era la primera vez que probaba una, y como todas sus nuevas experiencias en aquel país, prefería asimilarlas con el detenimiento que merecían.

     Después de un tiempo fue consciente de que su novio lo observaba. Había dejado de comer, pero su mirada iba desde sus labios a sus ojos de tal manera que era imposible que no se percatase. Con un parpadeo, William inclinó la cabeza y bajó el tenedor.

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