14.-A DIOS TE ENCOMIENDO.

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Las estrellas fugaces seguían cayendo. Tras estar contemplando por un minuto el asombroso fenómeno, parecía que la cantidad de ellas disminuía.

-Hey mirad aquella de allí, cada vez es mas grande.- Dice Liss.

Era cierto, había una estrella que cada vez se estaba haciendo más grande... Espera, ¿más grande?

Aquello iba demasiado rápido para poder reaccionar. A cierta altura sobre nosotros, la estrella explotó. Puedo ver como la explosión causa un extraño efecto en el aire que nunca había visto, ni podido imaginar. Antes de poder reaccionar, una extraña fuerza me alcanza y me tira al suelo con gran fuerza. Quitandome la respiracion.


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Las pantallas holográficas y demás aparatos mostraban en completo silencio los datos que captaban los sensores. Ninguno se sentía bien contemplando aquello, pero era su misión, a veces se precisaban de sacrificios para obtener beneficios.

Los detectores marcaban que se estaban produciendo muertes alrededor de todo el planeta. Las ojivas psíquicas estaban realizando su función perfectamente. Todo aquel ente psíquico, que hubiera sido alcanzado por la onda producida por aquella torsión del espacio, moriría. Y los que sobrevivieran, enloquecerían del horror que verían, y mas tarde, se suicidarían. Todos los horrores y pesadillas que pudieran albergar sus jóvenes mentes, se volverían realidad.

La nave al completo conocía lo que iba a ocurrir, y es por eso que todos los que pudieron, dejaron lo que estaban haciendo y contemplaron en señal de respeto y culpa, ya sea en las pantallas o en los observatorios, como todas las ojivas iban cayendo sobre el planeta. Creando un maravilloso efecto en la superficie, pero mortal para sus objetivos. Todo el planeta se llenó de luces y formas retorcidas imposibles de comprender, incluso para ellos. Los adultos obligaban a los más jóvenes a mirar, para que aprendieran que si cometían errores, su legado se destruiría.


-Se ha realizado con éxito el bombardeo, capitán.- La voz no parecía muy contenta con transmitir aquella noticia. – Los resultados irán llegando a lo largo de los días siguientes, tiempo planetario.

Gladohs asiente con la cabeza mientras los resultados van llegando a su visor.

-Dejaremos que el residuo psíquico desaparezca, y entonces descenderemos. Tomaremos el control del planeta y lo registraremos.- Todos asintieron ante las palabras del capitán. El asunto sobre la desaparición de la caja se había vuelto público, todos tenían el derecho de saber a lo que se enfrentaban y poder aportar su ayuda. Serían los ángeles que protegerían el universo conocido.


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Por todos los dioses, demonios o lo que existiera, no pensaba que las estrellas fugaces acabaran así. Me dolía todo el cuerpo, y apenas podía hacerlo moverse. Aunque notaba que me había golpeado la cabeza, sentía mi mente como nunca antes, liberada, aunque todavía no comprendía bien el porque. Me zumban los oídos. Muevo poco a poco mis brazos para poder ayudar a mis piernas a ponerme de rodillas. Cuando abro los ojos, multitud de lucecitas impiden que vea nada. Sacudo la cabeza en un intento de que la sangre vuelva a correr opr mi cerebro. Poco a poco se me va aclarando la vista, aunque aún me siento aturdido y desorientado. El zumbido remite un poco.

-¿Estáis todos bien? – Digo mirando alrededor mía. Apenas oigo mi propia voz. Consigo ver como Irelia y Leunam se mueven, intentando ponerse en pie. Sigo mirando, buscando a Liss. Mis ojos se detienen en dos bultos azulados. Eran los guardaespaldas de Irelia. Me consigo levantar, y me acerco tambaleándome, pero apenas doy dos pasos en su dirección cuando veo lo que pasa. No se movían en lo absoluto, y era imposible que lo volvieran a hacer. Donde debían estar sus cabezas, ahora había un vacío, sus cabezas habían explotado, esparciendo músculos, sangre y huesos a su alrededor.

Desidero Pacem et BellumDonde viven las historias. Descúbrelo ahora