15.-LA CAPITAL EARTHIS.

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Llegamos al atardecer, a falta de dos días para que el tiempo de Liss se agotara. La vi crecer imponente y grandiosa conforme nos acercábamos a ella. Era una gigantesca ciudad con un muro perimetral circular que la delimitaba, de al menos de cincuenta metros de altitud, con extraños torreones de forma triangular, dos juntos por cada sección de muralla, todas a una distancia regular. Pero aún a pesar de la gran altura de la muralla, no podía ocultar las cúpulas y torreones de algunos edificios del interior de la ciudad. Y mucho menos al imponente e increíble castillo que se alzaba en mitad de la ciudad. Tanto la gran muralla, como el castillo eran de un color blanquecino, bastante cercano al blanco puro, lo que ocasionaba que costase mirarla por culpa del deslumbramiento que provocaba.

Desde hacía un día se notaba que nos estábamos acercando a la capital del reino. Los caminos de tierra se habían transformado en buenas calzadas de piedra, y numerosos carros y personas transitaban la carretera. Cuando estamos mas cerca de la entrada principal a la ciudad. Una enorme puerta de acero negro, llena de gravados en plata y oro, con refuerzos y defensas por toda su altura, custodiaba la entrada. Unos treinta metros aproximadamente de puerta. En aquel lugar se acumulaban los carruajes de los nobles del reino para asistir al evento principal de año.

El torneo de los Guardianes del Reino. A pesar de los diez metros de anchura de la puerta, se había provocado un atasco. Nos detenemos detrás de un lujoso carruaje, posiblemente de algún gran hombre de la aristocracia del reino, al cual se le podía escuchar quejarse.

Cuando me asomo para ver que tipo de problema puede provocar un atasco en aquella inmensa puerta, lo veo, una enorme persona de tres metros, o al menos su forma lo era, porque estaba cubierta al completo por alguna especie de armadura extraña, bastante difícil de describir. No parecía metálica, solo detectaba minúsculas piezas de metal repartidas por todo aquel traje.

La cabeza estaba cubierta por un casco que le cubría por completo, impidiendo ver nada de su piel o cabello, pero es que además, en el lugar donde debería estar el rostro no había nada, se parecía bastante a la máscara utilizada por el padre Julius, pero sin ningún tipo de orificio, era totalmente lisa, incluso uno podría reflejarse en el. De los laterales del casco salían una especie de pequeños filamentos, que se retorcían, enrollaban, dividían y se unían con los filamentos del otro lado y con la propia armadura. Se asemejaba bastante al aura que se les colocaba a los santos muertos.

El resto de la armadura estaba formada por placas negras de algún material que desconocía, y que tomaban la forma de la anatomía de la persona. Entre placa y placa, por las junturas de la armadura, otro material, ¿o debería decir sustancia? Ya que parecía que se comportaba como un líquido, moviéndose y cambiando levente de color entre el verde oscuro y el azul cielo. En la espalda parecían portar una especie de mochila unida a la armadura, la cual distorsionaba levemente el espacio a su alrededor. Pero él no era el problema, sino que había tres mas como él en la puerta, creando un cuadrado con su colocación. Era ese espacio perdido por donde no dejaban pasar, ni querían los residentes pasar. El que provocaba que se hubiera detenido el paso. Los guardias de la entrada no sabían que hacer.

Tras darse cuenta el noble del carruaje que por mucho que protestara no pasaba nada, se asomó por una de las ventanillas para ver que pasaba.

-Pero que...- Consigue decir antes de que justo en el centro del cuadrado formado por aquellos gigantes, un fogonazo de luz al mismo tiempo que un chirriante sonido apareciese, un segundo después había aparecido otro de esos gigantes. Pero este era ligeramente diferente, la parte del casco que cubría su rostro no era plateada como la de los otros, sino de un color rojo oscuro, parecido a la sangre. Lo vi mover ligeramente la cabeza y sus cuerpos empezaron a desvanecerse, había trozos que se veían de sus cuerpos, y otros que se podía ver a través de ellos, hasta que finalmente desaparecieron por completo.

Desidero Pacem et BellumDonde viven las historias. Descúbrelo ahora