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Me gustaría decir que es tu culpa,
porque sé que no lo es.

Palabras enfermizas se acumulan en mi boca y en mi mente, gritando, exigiendo que las deje salir,

pero no puedo.

Tu bondad es demasiada y lo que me queda de corazón me ruega el silencio,
que disfrute tu presencia todo lo que pueda,
mucho tiempo aquí no estará.

Quizás en otra vida te vea,
y ojalá en esa sea yo quien te haga sentir de esta manera,
golpeándote el pecho y desgarrándote las vestimentas igual que las diosas y ninfas cuando Adonis floreció.

Pero asumo que por ahora, es mi turno estar a tus pies, abrazarte las rodillas y sostener tu barbilla, rogando por un poco de misericordia ante la fuerte sensación de las olas chocando contra las rocas en mi interior.

22/07/22
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