𝐔𝐍𝐎

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Nueva perspectiva.

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En un mundo donde la luz del sol es neutra. Dónde los colores no existen. Dónde las emociones pintan de un blanco, o un negro. Dónde reina principalmente la amargura y la inseguridad. Dónde cada mañana al despertar, el primer rayo de luz, ya sea del sol o artificial, será tan neutro como los sentimientos de la mayoría de personas en ese lugar.

Todo esto, tiene su porque, y es que hace siglos, una orden de demonios atacaron al mundo. Estos contenían el poder de suprimir las emociones de las personas, llevándose los colores de su interior, sean buenos o malos.

Una vez robaron las emociones de cada ser en el mundo, regresaron a las fauces del infierno para ya nunca regresar.

Dejando la superficie entera sin ningún color aparte de el blanco y el negro. Los cuales formaban el contorno de cada ser y objeto. Haciéndolos parecer como simples bosquejos.

Sin embargó, después de algunos años, las emociones regresaron. Pero el mundo seguía siendo bicolor.

A pesar de todo esto. Se vive con la esperanza de que algún día, aquellos colores vivos que alguna vez transmitieron felicidad regresen a iluminar la vida de todos los habitantes del planeta.

[En el presente].

Las vísperas de navidad estaban cerca, la nieve seguía siendo blanca. Pero ahora, el resto de colores que brindaban calidez en el momento más frío del año, ya no existían. En su lugar, la navidad vestía enteramente de blanco y negro.

El mundo se había acostumbrado a vivir en una página en blanco. Y durante las noches, entre las sombras.

En una mañana, el veintitrés de diciembre para ser precisos. Las calles se encontraban transitadas por la aglomeración pública. Pues, talvez el mundo no tenía color. Pero, la esperanza permanecía en los corazones de las personas. Y así, la navidad seguía siendo la festividad favorita de muchos.

De muchos, talvez. Pero esto no incluía a cierto erizo. Que jamás en su vida había visto un color. El suceso de los demonios había ocurrido siglos antes de su nacimiento. Por esta razón, Alex no creía que en el mundo pudieran volver a existir los colores.

Esa mañana, una cualquiera para él. Iba de camino a una caféteria, ahí se encontraría con un amigo. Pero debido a la aglomeración de masas, se había retrasado.

—¡A un lado! —exclamó malhumorado.

Algunos le cedían el paso, suponiendo se trataba de una emergencia. Mientras otros, le devolvían una queja de disgusto por su impertinencia.

Después de algunos minutos, el erizo logró atravesar las calles llegando a una cafetería donde solía reunirse con su amigo.

Al empujar la puerta, sobre está sonó la campana haciendo un suave ‹Ting›, avisando a todos en el interior del local sobre su presencia.

Alex busco con la mirada a su amigo, al cual pudo ubicar sentado en una de las tantas mesas, cerca del cristal que daba vista al exterior del lugar.

Se reacomodo el sombrero que llevaba por el frío, y metiéndose las manos en los bolsillos del abrigo se acercó a la mesa.

—Mira nada más —saludo un lobo de pelaje carbón—, pero si es Alex, el amargado.

—pero si es Storm, el pesado —el lobo sonrió ante la evidente broma.

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