Ember.
—No quiero hacer esto —le agarré la mano más fuerte. No soportaba las alturas y menos aún las atracciones.
—Venga pequeñita, no es para tanto —dijo entre risas el chico de ojos marrones que tenía a mi lado —Tu no me sueltes, ¿Vale? Yo te juro que no lo voy hacer —Le miré con una sonrisa tonta y asentí, sabía que si estaba con el no me pasaría nada nunca.
La atracción empezó a bajar a toda velocidad y entonces...
Me levanté de un salto por el sueño que había tenido. No me acordaba apenas de el, solo de fragmentos separados, de unos ojos marrones, un parque de atracciones, de un "pequeñita"....
Después de estar diez minutos mirando al techo e intentado recordar algo mas del sueño, decidí levantarme. Hoy era el día en el que tenía que acompañar a Emma con el trío suicida, por suerte para mí era sábado y había podido descansar más.
Por lo visto el plan era comer con los chicos y luego ir a dar una vuelta por la playa, súper divertido "sarcasmo".
Emma me dijo que antes de irse pasaría a buscarme para no aparecerse sola. No me quejaba, agradecía que nos fueramos juntas, lo último que quería es estar sola con alguno de ellos.
Salí de la cama regañadientes y me dí una ducha con agua hirviendo, si, tenía esa mala costumbre. Me vestí con un top blanco y unos jeans. En mi pelo rizado me hice un maño alto desordenado, me puse rimel, me hice un delineado de gato y me puse un poco de colorete.
Baje a desayunar y para mí sorpresa, Emma estaba allí sentada en la mesa de mi salón, hablando con mi madre.
Emma era como una hermana para mí, y a la misma vez como una hija para mi madre. La madre de mi mejor amiga, la tía Eli —como yo solía llamarle —y la mía, se conocían desde que eran niñas y Emma y yo... Más de lo mismo. Somos las típicas mejores amigas que se conocen desde su día de nacimiento. Muy cliché.
—Por fin, dormilona —¿Por qué todos me llaman dormilona? —venga, que vamos a llegar tarde —me cogió de la muñeca y empezó a dirigirse hacía la puerta.
—Pero Emma, todavía son las doce y media. Además, no he desayunado —me soltó de la muñeca de mala gana y suspiro.
—Pues date prisa, porqué en media hora hemos quedado y tenemos que irnos caminando —asenti. Me acerqué a la mesa y le dí un beso a mi madre en modo de "Buenos días".
Emma y mi madre no pararon de hablar mientras tú desayunaba. Sinceramente, no me estaba enterando de nada de lo que hablaban, cómo siempre, estaba en mi mundo.
No hablé apenas, solo cuando me preguntaban algo o se dirigían hacía mí.
—termine —anuncie al beberme el último sorbo de leche —me lavo los dientes y nos vamos —me fuí a lavar los dientes y dos minutos después ya volviendo a entrar al salón para irnos.
—Pasenla bien —dijo mi madre cuando estábamos yendo hacia la puerta, yo sin muchas ganas —y dales una oportunidad —dijo mi madre desviando la mirada hacia mí
—Adios Bella —se despidió Emma.
—Adios mamá —la pelinegra y yo salimos por la puerta.
...
—Emma, ¿Que sabes? —solte de repente, está me miró con el ceño fruncido.—¿Eh?
—¿Pequeñita....? —su expresión pasó de la confusión a una sonrisa pícara.
—Ah, no, nada —dijo riéndose.
—Emma....
—vale, vale. Benjamín le contó a Julián lo de la clase de matemáticas, un poquitín celoso, un poquito solo ehh —solto una carcajada —y Julián meo contó a mí.
—A ver, rebobina.... ¿Benjamín celoso por lo de la clase de matemáticas?
—Asi es.
¿Benjamín?
¿El de matemáticas?
Imposible.
—Emma, ¿Te puedo hacer una pregunta —dije cambiando de tema.
—Si, claro dime.
—Se puede saber porqué tienes tantas ganas de quedar con ellos? —Emma soltó una pequeña risa y lo entendí todo.
—¿Hay algo que no me has contado?
—Cuando volvamos te cuento.... —Emma miró al frente y cambio su expresión.
—Pero...
—Shhh, no digas nada más del tema —mire hacía donde ella estaba mirando ella y entendí porqué me había mandado a callar. Se estaban acercando a nosotras.
Julián Mccoy, presidente de la clase del instituto. Es un chico bastante alto, yo diría que me saca una cabeza también puede ser porque yo soy un poco bajita. Es bastante atractivo, tiene el pelo rubio y los ojos azules, aunque no tan clarito como los de Benjamín. Por lo que sabía vivía en una casa enorme a fueras de Orange City y sus padres tenían bastante dinero.
Benjamín Evans, es el capitán del equipo de voleibol masculino del instituto. Es el más flaco de los tres. Es más bajito que Julián.
Y luego, bueno... Joseph Smith. Creo que ya lo conocen un poco y saben por dónde va el rollo, pero les voy a contar un poco más sobre el. Es el capitán de baloncesto del instituto. Es un castaño con ojos café muy claritos. No sabía mucho sobre el, solo que era un egocéntrico y siempre iba con aires de superioridad.
Cuando me quise dar cuenta ya Emma había saludado a los tres y no tuve más remedio que copiar su acto. Fuí de uno a uno dándole dos besos de cortesía, pero sin tener mucho contacto. Pero cuando mi piel tocó la suya....
—Bueno... ¿A dónde vamos? —pregunto el chico de ojos azules.
—Conozco una hamburguesería de aquí cerca que está para chuparse los dedos —anuncio Joseph
—No me gustan las hamburguesas — respondí con un hilo de voz.
Este me fulminó con la mirada de arriba abajo.
Me quiere asesinar, lo tengo claro.
—Pues te jodes —respondio Joseph.
Respira, respira, respira....
Imbécil.
Mire a Emma cómo para pedirle que me sacará de allí, ella solo me lanzó un mirada de "por favor, aguanta un poco más", yo asentí derrotada, es mi mejor amiga, ¿Que más voy hacer?.
—Ember, ¿Conoces algún sitio que te guste por aquí cerca? —me preguntó Benjamin después de echarle una mirada fulminante a Joseph.
—No, la verdad —Josehp soltó una carcajada.
¿Lo mato?
—Vamos a la hamburguesería entonces —Por el rabillo del ojo ví como me miraba con una pequeña sonrisa de superioridad. Cuando le miré con una cara que yo creo que se percató que lo quería matar, negó con la cabeza, riéndose y apartó la mirada de mí.
¿Que te hace tanta gracia, imbécil?
Cómo estuviera así la tarde entera juro que me arrancaría los pelos uno a uno hasta quedar calva.
Fuimos a la hamburguesería y juro que fué el camino más aburrido de la historia.
Me tuve que limitar mirar al suelo, a observar el cielo y morirme de frío, porqué la chaqueta que había llevado no me abrigaba nada.
Julián, Benjamin y Emma se la habían pasado hablando entre ellos. Ella parecía que había congeniado muy bien con el trío suicida.
Joseph en cambio, estuvo caminando al lado mío, aunque con una distancia coherente, porqué cada vez que veía que se acercaba a mí, yo me alejaba, sé que lo está haciendo para molestarme pero que pare.
Imbécil.