Ember.
La Luna se reflejaba brillante al frente del mar. Venir a ver la luna, el mar, se había convertido en mi hobbie favorito. Dejé de vivir a simplemente dejé de existir y mirar la luna me hacía sentir viva.
Pensé en todo, pero sobre todo pensé en el.
Sigo sin encontrar el momento exacto, en el que me rompió.
El me destruyó, me dejó indefensa, debil y todo cuando más lo necesitaba.
Mientras miraba la luna, una estrella fugaz pasó delantes mis ojos.
Pide un deseo.
-Deseo volver a ser feliz -dije, más para mí que para quien sea que me esté escuchando.
Los acordes de "say something" empezaron a sonar. Me quedé quieta, observando más allá de la oscuridad de la noche donde solo se veía la luz de la luna, intentando buscar un refugio mejor.
La canción se acabó y decidí que ya era hora de irme a casa. Recogí la manta en la que estaba tumbada, la guarde en mi pequeña mochila y me puse mis audífonos para desconectarme del mundo en el camino a casa.
...
-Buenos días, mi princesa -senti una ráfaga de luz y el tacto de mi madre para despertarme.
Creí recordar llegar a casa y caer rendida e la cama. Últimamente no podía dormir bien y solía llegar al final del día con un sueño terrible.
-Dejame dormir un poco más -gemí enfadada mientras me estiraba. Miré al techo y dejé salir un suspiro.
-Vas a llegar tarde, venga-mi madre me quita la manta y me ví obligada levantarme.
Se marchó de la habitación dejándome otra vez en la misma soledad dónde ya estaba acostumbrada estar. Me levanté despacio de la cama intentando no caerme al piso y quedarme dormida otra vez.
Me vesti con el típico uniforme aburrido que siempre utilizo para asistir al Colegio, un t-shirt azul, con un pantalón fino azúl oscuro y unos zapatos negros. En mi mochila me metí un libro que estaba leyendo por si tenía rato libre y las cosas que iba a necesitar en clases.
-Tienes el desayuno en la cocina -señalo mi madre después de darme un beso en la mejilla.
-Gracias, te quiero -respondí dirigiendome a la cocina.
Desayuné en silencio mi típica tostada y mi vaso de leche. Mi madre sabía que yo no estaba bien, todos eran cociente de ello, pero sabían las razones y ninguno solía forzarme a hablar sobre temas que no me sintiera comoda o hacer cosas que no quería. Todos menos Emma, que se había empañado en qué tenía que salir más para superar los problemas... Ya lo conocerán.
Cuando termine de comer, me lavé los dientes, me peine, me puse los zapatos, cogí una chaqueta y salí de casa.
....
De camino a clases recorría con la mirada todos los detalles: los árboles apenas tenían hojas y el fuerte viento golpeaban sus ramas secas.
El cielo tenía un hermoso tono gris y apenas se escuchaba el canto de los pájaros.
Siempre he tenido una conexión con la naturaleza, siento que ella me entiende a mí y yo la entiendo a ella y en mis momentos de soledad ella es la que está conmigo.
-Ember -Escuche la voz agitada de alguien atrás de mí y me giré.
Una mata de pelo negro y unos ojos café que brillaban hasta en la distancia, se acercaban hacía mí.