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Aún se preguntaba como fue que acabó en aquella incómoda situación...

Sentado en aquel banquillo con la cabeza baja, rojo de la vergüenza y tembloroso por los nervios que se apoderaban cada vez más de su cuerpo conforme avanzaban las manecillas de aquel ruidoso reloj.

Tenía miedo de levantar la cabeza, pues sabía que aquel chico alto, de mirada monótona y gris se encontraba sentado frente a él, viéndolo con esos penetrantes ojos...

Lo único que alcanzaba a ver de él, era su camisa blanca, manchada con sangre y tierra gracias al accidente que él ocasionó con su torpeza; daba muy poco si él también se había lastimado, ya que la agudeza de su vergüenza era más fuerte que cualquier dolor físico...

¿Como pudo hacerle eso al chico nuevo en su primer día de escuela? Seguramente éste pensaba que lo había hecho a propósito o algo por el estilo y eso lo hacía sentir aún peor.

La puerta de la enfermería se abrió; logró divisar los pies en zapatillas bajas de Emily, la enfermera escolar, avanzar hasta estar al frente de ambos.

— Carl... Interesante primer día, ¿No?. - Preguntó la enfermera con cierto deje de burla.

El chico de cabellos plateados sólo se encogió de hombros sin decir nada; Eliot, por su parte, tembló aún más por la presión que sentía. Sabía que debía pedir disculpas, más no podía,  simplemente su boca no podía abrirse y mucho menos emitir sonido estando frente aquél chico.

— Puedes pasar, en un momento estaré contigo. - Nuevamente, el peliplata no dijo nada y simplemente se adentro a la enfermería.

Una vez seguros de que aquel chico ya no podría escucharlos, la enfermera soltó una risa y el castaño soltó un gran suspiro.

— Vaya... esta vez te luciste. Rompiendo tus propios récords, ¿eh?. - El castaño miró con un leve entrecejo fruncido a la mujer.

— No es gracioso... -Suspiró. - ¿Crees que estoy en problemas?

— No lo sabremos hasta después, así que cruza los dedos. - Respondió insatisfactoriamente, dándose la vuelta para entrar a la enfermería también.

El ahogante tic tac resonó con fuerte eco una vez más, dejando a Eliot con la incertidumbre en la palma de las manos. ¿Se había metido en problemas? Aquel chico no parecía muy amigable con aquella cara de pocos amigos, y aunque ese no fuera el caso, ¿Quien no se molestaría si te hacen caer por las escaleras y encima te golpean con una maceta de barro en la cabeza?

...

Realmente estaba en problemas...

No fue culpa suya, ¿O quizás si lo fue por no prestar más atención? Tenía las agujetas desatadas y simplemente tropezó, y desafortunadamente, aquel chico se encontraba en su camino; chocaron, cayeron y rodaron por las escaleras y cuando Eliot trató de levantarse, accidentalmente hizo caer aquella maceta cuando se ayudó del estante para ponerse en pie; pudo pasarle a cualquiera... ¿No?...

Ni soñando; nadie podía tener más mala suerte que Eliot Clark.

— Demonios... - Se maldijo en voz baja, dejando caer la cabeza sobre sus manos, las cuales se apoyaban en sus temblorosas rodillas.

Dejó salir un suspiro frustrado y trato de pensar en la forma correcta de pedir disculpas, quizás así la paliza que le darían sería mucho menos dolorosa...

Unos segundos después, la puerta de la enfermería se abrió y su cuerpo se tensó casi de inmediato.

Aunque se negó a levantar la cabeza hasta que el chico se fuera, no pudo llevar su plan a cabo, pues un par de converse grises se detuvieron justo delante suya.

Tragó saliva silenciosamente y levantó la cabeza con lentitud; esperando todo, menos aquello... El peliplata, si bien mantenía su rostro serio y bastante inexpresivo que le haría pensar a cualquiera que estaba furioso por dentro, tendía en su mano una paleta de fresa la cual le ofrecía a Eliot.

Eliot se quedó congelado en su sitio un par de segundos; tímidamente miró al peliplata con detenimiento, bastante incrédulo de la acción. Observó como en la cara del más alto, los cortes habían sido suturados y en sus manos, las curitas se encontraban rodeando sus dedos con cuidado. La paleta de fresa que la enfermera suele regalar, aún yacía en las manos del extraño.

Eliot dudo por un momento fugaz, pero a pesar de toda inseguridad, tomo la paleta con cuidado de no lastimar aun más al más alto.

El peliplata no dijo nada, ni siquiera cambió la inerte expresión de seriedad en su rostro; solo se dio media vuelta y se alejó silenciosamente.

— Bueno, al menos ya sabes que no estás en problemas. - Comentó en voz baja la enfermera quien había visto todo el escenario en silencio.

Eliot no respondió nada a ese comentario y solo vio al extraño irse.

Tenía tantas preguntas que urgían de una respuesta...

Circunstancias ; Identity VDonde viven las historias. Descúbrelo ahora