El relajante sonido del agua... gotita tras gotita caían una a una de aquel grifo roto y en la charca, se esparcían las ondas tranquilamente haciendo cada vez más borroso su reflejo.
Eliot soltó un suspiro.
No podía seguir evadiendo el asunto, pues la culpa se encargaba de comérselo dolorosamente por dentro...
Habían pasado aproximadamente 3 días desde el incidente con el extraño y aunque estuviesen en la misma clase por coincidencias de la vida, ninguno de los dos había vuelto a cruzar caminos con el otro y por lo tanto, las palabras y pesares de una sincera disculpa aún seguían al aire...
Eliot era un chico tímido, extremadamente introvertido el cual tenía graves problemas sociales. Disculparse no era tarea fácil cuando hablar con otras personas es lo que más te cuesta.
Esto no quiere decir que sea un completo asocial; hablaba con todos sus compañeros cuando la situación lo ameritaba, más no tenía amigo alguno dentro o fuera de su salón y no es que no le agradase a la gente, por el contrario, tanto compañeros como maestros estaban de acuerdo con que él era una persona muy agradable, gentil y realmente bondadosa pero, por alguna extraña razón, nadie mostraba interés por acercarse a él... Es como si todos hubiesen decidido que Eliot estaba bien solo, incluso si nadie le hubiese preguntado como se sentía al respecto.
Realmente quería disculparse con el peliplata, quería saber que todo estaba en orden y que no había rencor de por medio. Incluso si no sabía ni su nombre, quería estar bien con él.
Lo observaba sentarse al frente de la clase junto a la ventana, siempre participaba en clases (cosa que lo saco de su sitio al principio, pues pensó que no era muy hablador o que desde un principio, carecía de la capacidad de hacerlo) y se dio cuenta que era muy inteligente, conocedor en muchas ramas (por no decir todas) como las ciencias, historia, literaturas y demás. Sabía que había ingresado hace poco a la escuela debido a que era un estudiante extranjero, proveniente de Reino Unido sino estaba mal.
Aunque había pasado los últimos días mirándole, la mirada no había sido devuelta lo que le hacía pensar que quizás ya se había olvidado del incidente y también lo hacía maldecirse internamente "¿Por qué no puedo yo también olvidarme de aquello?" Pensó. ¿Sería muy raro disculparse luego de tanto tiempo? Quizás, pero no podría dormir en paz el resto de su vida sino se disculpaba, incluso si el extraño no estaba interesado en él ni en lo que pasó. Debía disculparse.