Capítulo 10

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Esteban veía la ciudad desde ese idílico lugar que le mostraba la majestuosidad desde lo más alto

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Esteban veía la ciudad desde ese idílico lugar que le mostraba la majestuosidad desde lo más alto. Desde ahí donde el mundo allá bajo se veía tan minúsculo como para poder ser aplastado en tan solo un movimiento, pero eso no era algo que él deseara. Había vivido tan bien y por tanto tiempo en ese recorte de tierra lejana de su ciudad natal que bien podía sentirse a gusto ahí, por todo los años que el tiempo decidiera regalarle. Eso o sus conexiones, lo que fuera primero.

Alzó la vista cuando sintió el motor del auto tan cerca de él como para poder reconocer de quién se trataba. Diego tenía una mueca marcada en su rostro. Sus ojos parecían vibrar, pero el resto de su facción era un sin sentido. ¿Qué sabía él que Erika lo envió con su protegido? Si bien el chico podía ir y hacer lo que quisiera en su zona, siempre había sido cauteloso. Una muerte más era algo que no debía desear en su hoja de vida.

—¿La trajiste aquí? —preguntó Esteban al cabo de unos segundos en que sus miradas se cruzaron.

Diego se limitó a asentir con la cabeza.

—¿Funcionó? —volvió a preguntar él.

La mirada de Diego fue directo al suelo y la respuesta se vio avasallante en la sonrisa de Esteban.

—¿Qué es? —inquirió esta vez en un tono fraternal.

—Una inhibidora —respondió—. Erika debió decirte.

—No, no lo hizo. Solo me dijo que podrías darme una respuesta —contestó Esteban.

Diego torció el gesto. Una respuesta era lo que él buscaba.

—¿La sedujiste?

—Eso hice.

—Y no obtuviste respuesta —afirmó Esteban.

Era tan obvio y tan claro en los ojos de Esteban que Diego no tuvo que decir más. El silencio habló por los dos.

—¿Acaso Erika no te pidió que te alejaras? —inquirió Esteban.

—Quería asegurarme de lo que ella supiera.

—Nada.

—Sí, nada, pero si es una inhibidora cómo es que no sabe qué pasa aquí ni lo que es.

—La deben estar protegiendo, Diego. Es lo que pasa con personas como ella. Son protegidos por otros —murmuró.

Erika había lanzado el anzuelo y él había caído. Negó ante sus propios pensamientos, sonreído porque la doctora lo había usado a su antojo y al tratarse de su ahijado haría lo posible por sacarlo del lio en el que se iba a meter si continuaba.

—¿Quién? ¿Quién puede proteger a alguien como Lily sin que nosotros no lo sepamos? —preguntó contrariado.

—Alguien que sabe ocultar sus huellas. No es muy difícil si lo piensas ¿Cómo hiciste para ocultar las tuyas luego de salir de aquí? Sin embargo quien quiera que lo esté haciendo no es solo una persona, se trata de un circulo completo y eso es lo más peligroso. Si quieres mi consejo, aléjate. La muerte de Savana Fortin empieza a murmurarse y todos los que estuvieron ahí saldrán a relucir, ella incluida —comentó.

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