Capítulo 30

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Natalia se dejaba caer en el mueble, tras cruzar sus piernas y absorber el humo de Vape, dejó escapar al aire el aroma a cítrico

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Natalia se dejaba caer en el mueble, tras cruzar sus piernas y absorber el humo de Vape, dejó escapar al aire el aroma a cítrico. Llevaba unos minutos escuchando las ideas de Vanesa y Jenny para una salida grupal. Solo ella meditaba en qué tan buena idea sería aquello. Después de todo según la misma Erika, ella no se encontraba bien, su círculo había perdido a dos personas y Diego no dejaría de ir como él mismísimo idiota tras la falda de una chica.

Se enojó con sólo pensarlo. Estaba al borde de él, pero seguía necesitandolo. O quizás no, quizás estaba aferrada como garrapata a una persona que no la quería y no sabe si la quiso algún día. ¿La habrá querido?

Desterró la idea. Desde que conocía a Diego supo que era de esas personas que aman a las personas o eso es lo que ella necesitaba creer.

—Nat, Nat ¡Nata!

Jenny tomó su mano.

Nat la observó en cuanto sintió el contacto frío de su mano. Jenny la miraba nostálgica, con un toque de alegría y necesidad. Notaba cuánto le agradaba la idea, aunque ella siguiera insegura de la propuesta.

—Será dos días o podemos ir solo uno. El día que más queramos —comentó Vanesa.

—¿En serio les parece buena idea? —preguntó Nat en cambio.

Tanto Vanessa como Jenny se miraron por un momento. Vanessa necesitaba despejar, volver a la realidad y abandonar las pesadilla que constantemente había tenido durante los últimos días. Jenny en cambio imaginaba que aquello podría volver a unir al grupo. Solo le desagradaba pensar en la tensión que pudiera haber entre Diego y Nat conociendo el estado de la última. Aun así, no se atrevía a decir que no fuera invitado. Se sentía en una encrucijada.

—¿No quisieras pasar un rato agradable en medio de la playa escuchando alguna banda? —preguntó Jenny.

El hilo de voz de Jenny con un tono soñador logró que Nat suspirara. Despejar la mente. Era algo que sí veía necesario aun con sus dudas. Resopló luego ver los ojitos de cachorro en ambas chicas.

—Bien. ¿Tienen idea del valor de la entrada? —preguntó Nat.

—Eso es lo de menos. —Soltó Joshua desde la cocina.

Amplió una sonrisa que calentó a Vanesa. Nat se movió del mueble cuando el líquido del vape se había terminado. Sus dedos rozaron el vaso de vidrio que habían dejado para ella en la mesa y fue hasta la cocina. Una parte de ella creía que el mundo se iba a romper y otra parte le decía que ya estaba roto. Solo que ella no lo creía.

—¿Solo nosotros, Josh? —preguntó en un hilo de voz.

No quería que Jenny o Vanesa la escucharan. Sabía que a veces no podía contra él don de Jenny, pero vivir con ella hacía que fuese bastante cuidadosa de sus pensamientos.

—¿Te sentará mal que Diego vaya? No es seguro que lo haga, pero le he pedido reunirnos y aceptó —comentó temeroso de sus palabras.

Nat volvió la mirada hacia atrás. Ninguna parecía particularmente interesada de lo que él y ella hablaran.

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