Capítulo 3

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¿Que... Que acabo de hacer?

No debí hacerlo

No debí hacerlo nunca

Los aplausos sonaban por todos lados y varios sonreían como si no hubiera mañana, pero entre esas miradas habían algunas preocupadas, entre esas las de Cameron

Supe desde un principio que no debí hacerlo, pero es que la ira me cegó, no debí hacerlo y justo ahora me arrepiento, Sofía tenía el rostro lleno de odio, pero más que nada miedo, miedo de lo que era capaz

Y no solo ella, aunque lo disfrazaban con una sonrisa, muchos entre el público tenían miedo

Miedo de mí

Corrí todo lo que mis piernas me permitían, no quería seguir allí, la gente se apartaba de inmediato y veía en sus rostros el miedo de que les pase algo, corrí hasta que mis piernas se cansaron y mis pulmones no daban abasto a la cantidad de oxígeno que necesitaba

Llegué hasta mi casa y comencé a recojer un par de cosas en una pequeño bolso, entre esas cosas el collar de mi madre y el puñal de plata de mi padre

Una vez listo todo me dirijo a la puerta y para mi sorpresa me encuentro a Sofía, pero antes de poder hablar me da una fuerte cachetada

— Supongo que ya estás feliz, has destruido mi reputación y con ella el respeto que me tenía la diosa

— Eso lo destruiste tu sola al mentir — le dije intentando pasar de ella — Yo no tuve nada que ver

— Lo único que debías hacer era arrodillarte, ni para eso sirves — dijo con la cara vuelta en cólera — ahora entiendo porqué tus padres prefirieron morir a luchar y quedarse contigo

Eso me congeló en mi lugar, no me gustan que hablen de mis padres, ya que es una fibra sensible que siempre intento evitar

— Y tú no sirves ni para mujer, ya que debes mentir para que te presten atención como toda una cualquiera que se vende en la calle, inventando historias por un poco de atención

Sofía levanto su mano para darme otra cachetada más la detuve en el aire

— Escúchame muy bien que no lo vuelvo a decir — dije clavándole las uñas en la piel de su brazo — La próxima vez que tú me levantes la mano — las uñas se clavaban en su piel tan fuerte que pronto la sangre emergió, pero congelada, ya que inconscientemente le estaba congelando el brazo — Te quedas sin ella

La solté de sopetón para empujarla hacia atrás, el brazo de ella se encontraba quemado del frío y la marca de mis uñas en ella

— Eres un monstruo — dijo llorando por el dolor — No espero el día en el que veré tu fin

Salió de ahí molesta y con lágrimas en los ojos y yo por primera vez no me sentía inferior a nadie, sentía que finalmente estaba a su nivel

Ya que todos somos buenos, más siempre habrá esa pisca de oscuridad dentro de nosotros, por esa pequeña pizca nos tachan de villanos por personas que son aún más crueles

Pero si he de ser un villano en la historia de alguien, seré uno memorable, que con solo mencionar mi nombre la gente le tema, como si fuera una maldición

Tomo mi bolso y me dirijo al bosque, según afirman, ahí descansa el espíritu de la tierra, uno de los cuatro espíritus principales, los únicos seres con el poder de derrotar a un dios, ya que los dioses no tienen poder propio

En el caso del agua, el espíritu del agua le otorga permiso a los dioses, para poder manipularla y usarla a su antojo, aunque también es uno de los más justos, ya que ella quita la vida en los mares y crea nueva de manera imparcial, no le importa si fueron buenos o malos, todos reciben el mismo final

La Espada FlameanteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora