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Despertaba bastante cansado, ayer tuvieron una fiesta y su cabeza daba vueltas. No sabe ni cómo llegó a su casa.
Supone que alguno de sus amigos lo trajo.

Se estiró allí tirado, escuchando los crujidos -poco sanos- de sus articulaciones. Bostezó y se levantó para ir directo al baño a tropezones.

La luz lo encandiló, haciendo que se queje entre maldiciones y apretar los ojos fuertemente. Una vez acostumbrado, se miró al espejo.

⎯Joder...

Se divirtieron con él ayer, maravilloso la verdad. Tenía chupetones repartidos por su cuello y parte de su torso. No le dió mucha importancia y fue a bañarse. Su cabello rubio estaba asqueroso.

Una vez listo, se enlistó y fue para comisaría, tenía una resaca de locos pero si no va, el Súper Intendente -con mucha amabilidad- le hará correr toda la cuadra de comisaría si se le sale de los huevos. Y no quiere eso.

A pasos lentos fue yendo a marcar su turno e ir hacia los casilleros.

⎯Tío, ¿Qué cojones pasó anoche? ⎯preguntó con tono bastante exasperado un chico de cresta, que también fue a la fiesta de anoche, ¿A quién se le ocurre hacer una un domingo? Solo a sus amigotes y, para colmo, también invitaron a la malla.

Lo cual le es raro que hayan accedido a ir.

⎯Ni puta idea, creo que pusieron algo en nuestras bebidas cabrón. ⎯respondió cerrando su casillero. Bostezó por quinienta vez esa mañana, y salió con su mejor amigo. Pidiendo indicaciones, fue interrumpido por alguien que aparecía ⎯Hombre, barbas, ¿Qué tal el cuerpo? ⎯rió el rubio, palmeando la espalda del mayor, este rió sin gracia, porque recuerda un poco de anoche, y sabe que Horacio y Gustabo le hicieron bailar como nunca antes, y ahora sus piernas duelen como el infierno.

Ciertamente, el de ojos azules sentía cierta mirada en su nuca.

Sin embargo, no vió a nadie en los alrededores.

Confused

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