Capítulo 40: "¿Dignidad? ¿Y eso con qué se come?"

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♥(͡° ͜ʖ ͡°) 40. "¿Dignidad? ¿Y eso con qué se come?" (͡° ͜ʖ ͡°)♥


«No me gusta nadie»

«¿Segura?»

«Sí. Segura»


—¿Sabía que las hormigas no duermen?

—Mmm.

—Significa que se la pasan trabajando todo el día sin descanso.

—Mmm.

—Por eso son tan fuertes, de tanto trabajar han sacado músculo.

—Mmm.

—Claro, a ellos no les salen callos ni les duelen las rodillas o la espalda porque no tienen, así cualquiera.

—Mmm.

—Aunque seguro tomarán algún descanso para comer ya que morirían, pero comerán más ya que el trabajo constante los debe poner más hambrientos.

—Mmm.

—Tengo que hacer pis. —Me levanto y me dirijo al baño.

Tarareo la canción del comercial de cereal mientras las gotas van cayendo una a una como si fuera una fuga del caño.

—¿Si no duermen significa que el cerebro no se les atrofia? —me pregunto— ¿Las hormigas tienen cerebro? —Frunzo el ceño ante la nueva encrucijada.

Salgo del retrete, me lavo rápido las manos y salgo volando de ahí. En realidad, mi máxima velocidad es una caminata de abuelito, pero se hace lo que se puede.

Regreso a mi asiento y miro fijo al conde.

—¿Las hormigas tienen cerebro? —suelto mi duda existencial.

Detiene la mano que usaba para dibujar en su libreta y levanta la vista hacia mí.

Nos quedamos en silencio por un par de segundos hasta que interrumpe la lucha de miradas para sacar su teléfono y usarlo.

—Sí tienen —dice al rato.

—¿¿A poco?? —me sorprendo— ¿Me lo jura? —Me inclino hacia adelante, o lo intento ya que la panzota se interpone en mi camino.

—Es más compleja que la del humano a pesar de que tiene mucho menos neuronas que este —lee lo que ha encontrado.

—Wow —quedo tan maravillada que aplaudo.

Guarda su teléfono y sigue dibujando.

—Wow —repito al sentir movimiento en mi panza—. Parece que también se emocionó con el dato de las hormigas. —Acaricio suavemente mi estómago de arriba abajo.

Noto la mirada fija del conde y lo miro de vuelta.

—Venga. —Extiendo el brazo hacia él.

No tarda en obedecerme y acercarse. Se arrodilla a mi costado y observa mi panzota como si fuera un rompecabezas que debe ser armado.

—Si gusta... puede tocar.

El conde permanece quieto, aun mirando a Condejo. Parece que está titubeando sobre si hacerlo o no.

—Deme su mano. —Le enseño mi palma.

Su ceño fruncido me causa curiosidad, aunque no logro descifrar su reacción no parece enojado.

Pero eso no evita que ponga su mano sobre la mía. Curvo los labios, bastante orgullosa de que esté tan obediente.

Lo guío con lentitud hacia mi panza y coloco su palma justo arriba de mi ombligo.

¿Me van a dejar sola? [Presente MVDH #3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora