Capítulo 7

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Narrado En Tercera Persona

En toda la noche no pudo cerrar sus ojos, se mantuvo vigilando el sueño de la niña, que entre murmuros pedía ayuda.

Trataba de no perder la paciencia e ir a estallar algo o aniquilar bastardos.

Bebió el último trago de vino que quedaba en la botella, la dejó a un lado de la silla y se levantó a buscar otra.

— no lo haría su fuera tú — se giro para toparse con la mirada de la niña, que asustada soltó la botella que había tomado para defenderse

Se le acercó lentamente y volvió a sentarse, la niña sólo subió nuevamente a la cama, la miraba desconfiada y temerosa por lo que pudiese pasar.

— ¿tu nombre? — miro directamente sus ojos azules

Solo la miro y no dijo nada.

Le pregunto en lenguaje de señas, si podía hablar.

La niña arrugó se ceño al no entender lo que hizo con las manos.

— ¿puedes hablar?

La miro un instante y asintió.

— entonces, dime tu nombre

La niña se acomodó un poco entre la sabana y la miraba con temor, como si estuviese viendo a un demonio.

Pero como no le tendría miedo si la dama cargaba con un rostro de pocos amigos y ni se diga de su mirada.

Suspiro ante el silencio de la niña y gracias a eso dejó la botella de vino a un lado.

— buen día — llego Mila muy alegre como de costumbre

Eso logro que la niña se escondiera bajo las sabanas y su miedo empeoró.

— no quería asustarla — dejo la bandeja de comida con sumo cuidado en la mesita — para las dos — miro el bulto sobre la cama y luego a la dama

— para mi no era necesario pero gracias — le dio una media sonrisa

— debe comer, ambas deben hacerlo — las señaló antes de irse

Al escuchar la puerta cerrarse salió de entre las sabanas, observo la comida y luego a su vigilante.

— es para ti, así que come — tomo el plato de avena cocida y se lo entrego

Lo miro pero no lo tomo.

— no tiene nada — tomo una cucharada y la llevo a su boca para demostrar que no le afectaría en nada — sigo viva, no es mortal, ahora come

Cuidadosamente recibio el plato y con la primera cucharada que entró a su boca, su rostro cambió.

— tonta — susurró para ella misma y tomo el otro plato

A las dos le encantó la avena, por que sus rostros estaban más aliviados y encantados con lo que habían probado.

— ¿ya me dirás como te llamas? — le entregó una galleta

— E-Eva — titubeo al decir

La dama se le quedó mirando detenidamente, el que se llamara Eva, dejo su posibilidad de que fuese hija del...

— eres Eva — paso saliva — ¿Ferreira?

Una lagrima se le escapó cuando mencionó aquel apellido, pero aún así, confirmó aquello.

En ese momento sintió culpa, pues de todas maneras lo que le sucedió a esa niña, se debía a sus planes.

Sabía que no tenía por qué hacerlo, ya que su padre era culpable, pero también sabía que pudo hacer más al respecto.

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