Capítulo 9

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Grecia/Atenas

Taylor

Corre...

Corre...

Sin poder tomar una bocana de aire, corro sin parar por el bosque, los aullidos de los depredadores que me siguen, se escuchan más cerca.

Solo tengo un cuchillo en mi mano y las fuerzas para seguir con vida.

—Tu puedes — murmure con mis dientes chocando por el frío

Llevo tres días perdido, sin poder encontrar la salida de este horrible bosque, solo mi mente puede ver a mi hermanita.

La voz de mi padre llega a mi, con ese tono frío y demandante diciéndome:

Aprende a sobrevivir con lo que tienes o morirás.

Eres el varón de la familia y quien se hará cargo de ella.

Tienes que ser capaz de matar a quien sea y aún más.

Tu hermana tiene más agallas que tú.

Ella si tiene carácter y tu te dejas llevar por tu estúpido corazón.

Aprende a vivir con el dolor, si tu hermana muere, serás el culpable de ello.

—¡Ya basta! — grite hastiado de que me compare con Keira

Cerré los ojos con fuerza y fue en ese momento que me di cuenta de que mi pesadilla me había atrapado.

Me desperté agitado y sudado.

Me levante y la luz tenue del sol llegó a iluminar un poco la habitación, mire el reloj, que marcó las  7:54 am.

Volvi a cerrar los ojos y eso no evito que mi pesadilla me acechara.

—Mierda — intente no llorar

Me recordaba a mi mismo que no era débil, mi madre me dijo que llorar no es de débiles, pero si lo hacía me sentía así.

Me sentía culpable cada vez que despertaba de esa pesadilla, pues mi misión era hacerme cargo de la organización y proteger a mi hermana.

No era un cobarde, no lo era, solo no estaba hecho para ser como él.

En cambio Keira, era más fuerte que yo, era una jodida guerrera que mataba a diestra y siniestra con quien se metía con ella o la familia.

Presencié muchas veces sus asesinatos, ella solo tenía doce cuando empezó y yo nueve cuando me integraron en esto.

A pesar de yo nacer primero y segundos después, Keira, parecía que ella era la mayor.

Si, mi gemela era más jodida que yo, difícil de convencer para algo, jamás depositaba su total confianza en alguien.

Mi padre jamás la obligo a entrenar, ella misma lo hizo por voluntad propia, era su naturaleza ser tan despiadada, le encantaba, su mirada siempre estuvo llena de diversión y cargaba con un infierno que si lo desataba jamás saldrías de él.

En cambio yo, solo quería vivir de otra manera, odiaba la sangre, odiaba todo lo que tenía que ver con matar, pero mi padre no lo vio así, era el varón, de si o si tenia que tener los cojones necesarios para ser peor que él.

Si no lo hacía lo decepcionaba, aveces me cuestione de si realmente me quería, pues todo su cariño se lo llevaba mi hermana, la odie y no lo niego, pero me di cuenta de que tal vez mi padre si tenía razón.

Fue entonces que hacía lo imposible para demostrarle que podía con todo, evite llorar frente a él, evite muchas veces caer al ver mis manos manchadas de sangre y al final logré satisfacerlo.

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