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Era impresionante no importaba por donde se le mirara, más impresionante era de que al dueño de semejante arma no le interesara el sexo, según ella que lo había tenido en su interior contadas veces desde que estaban juntos tenía el tamaño perfecto, no era exageradamente largo pero si de buen tamaño, ni grueso como un brazo, se habia topado con algunos así y hacían más daño que otra cosa. Lo observó ponerse el condon, la próxima vez que lo hicieran se lo pondría con la boca, si, eso haría, se lo chuparia y luego si aún tenía ganas se lo pondría con la boca.

Él la miró con un extraño brillo en los ojos, le separó las piernas y antes de entrar la acarició con la misma mano que había usado para hacer un lío de ella, luego se acomodó en su entrada y empujó, en ese solo movimiento ella tuvo otro clímax, espero a que su cuerpo se relajara y comenzó a moverse, le devoraba los labios como si fuese a desaparecer, la embestía con tal fuerza que parecía que la cama iba a caer, se sentó y le levanto las piernas, le besó la parte interna de las rodillas y luego las juntó, haciendo que todo en ella lo apretara más.

Pensó que iba a morir, pensó que aquel hombre iba a matarla con cada empuje en su interior y le dio igual.

Aquella primera cita terminó con los dos durmiendo en la misma cama pero sin tocarse, ella se disculpó por no tener otro lugar para él, se ofreció a dormir en el sofá pero este dijo que no se sentiría cómodo sacándola de su cama y era demasiado gr...

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Aquella primera cita terminó con los dos durmiendo en la misma cama pero sin tocarse, ella se disculpó por no tener otro lugar para él, se ofreció a dormir en el sofá pero este dijo que no se sentiría cómodo sacándola de su cama y era demasiado grande para dormir en el pequeño sofá, ella también se disculpó por tener que sacarse el pijama de unicornio, era verano y si dormía con eso puesto se sofocaria. Fue una sorpresa para ambos despertar al día siguiente abrazados, se asustó pensando que quizás podía sentirse incómodo con ella pagada a él usando apenas una camiseta y ropa interior, la calmó diciéndole que hace años no dormía tan bien, desayunaron juntos, intercambiaron números y se despidieron, pasó una semana hasta que se animaron a hablarse pues pasada la euforia inicial sentían que eran muy raro para el otro. Ese fin de semana volvieron a salir, esta vez de día, al cine, mientras miraban la película accidentalmente puso su mano sobre la de él y la sacó de inmediato, apenas terminó la película mantuvo distancia de él sin dejar de hablarle o sonreírle, esa noche la invito a su casa, no aceptó, casi salió corriendo al despedirse. Pasó otra semana más donde él apenas si pudo trabajar correctamente, el amigo que los había juntando lo llamó para almorzar y saber de su cita.

-La primera cita fue... grandiosa, ella es muy divertida, inteligente... supo entenderme... pero en la segunda..

-Wow, hubo segunda cita... eso es raro para ambos.

El Corazón de MagdalenaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora