Primera flor

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–Está comenzando la etapa vegetativa, es posible que tenga lagunas mentales a partir de ahora, pronto perderá la memoria y le será difícil comunicarse...

De pronto, el ambiente se volvió más pesado. Dejé de escuchar las palabras de la doctora, dejé de mirar la compasión en sus ojos y me fijé en el rostro pálido de mi madre. Sabíamos que aquello iba a ocurrir, lo esperábamos con temor frío dentro de nuestros corazones, aún así el anuncio a voz alta me entristece profundamente. Sus grises ojos se fijan en mi también, sin tristeza por ella, sino por mí.

En este momento no siento nada, he dejado de pensar, no quiero pensar. Mis lágrimas caen sin siquiera notarlo, mi cuerpo está presente, pero mi alma ha muerto.

A la salida del hospital, hace calor, pero siento la fría mano de mi madre soltarse de la mía. Sé lo que dirá, no estoy listo para eso.

–Jimin, sabes que puedo quedarme aquí, no necesitas cuidarme. –Me dice con su dulce voz, veo en todo su rostro la debilidad palpante que avanza a cada minuto.

Me trago mis lágrimas y dolor ante su imagen y sus palabras, sus ojos cristalinos me demuestran lo duro que es para ella también, pero simplemente no la puedo dejar.

–Yo... quiero pasar contigo hasta que te vayas, por favor... no me dejes solo...–

De inmediato me abraza y mi llanto explota con fuerza junto con el de ella.

–No quiero ser una carga para ti, no tienes que hacer esto, tienes que vivir.

–Por favor, no me dejes solo, podemos pasar un poco de tiempo juntos, no me dejes solo...–

Caemos abrazados al suelo mientras los hipidos me impiden seguir hablando, la calidez de su cuerpo se ha ido hace tiempo, su piel es áspera ahora, sus movimientos son lentos y su voz es baja. Nada comparado a cuando estaba mi otra madre con nosotros, Ellas... Mis madres eran las flores más hermosas del mundo.

El día siguiente, cuando estaba preparando mi comida, me di cuenta de que cuando llueve, lo hace a cántaros.

El terror en los ojos de mi madre jamás abandonará mi memoria, su mirada fija en el brote verduzco del dorso de mi mano que poco a poco se convertía en una flor rosada que abre sus pétalos orgullosa. En ese momento no entendí del todo su preocupación, o quizás, no quería enfrentar la realidad.

Siento que lo que apareció en ese instante hizo que la vegetación de mi madre avance con rapidez, de lo poco que escuché de la doctora, todos los sentimientos negativos hacen que la planta en ella crezca con velocidad. Como si la tristeza la nutriera.

Al día siguiente, cuando cortó su piel y me dio a beber su sangre, entendí un poco más su terror.

El mes siguiente, cuando ella ya no tenía sangre en su cuerpo, su piel se volvía cada vez más áspera y las flores cubrían gran parte de su cuerpo, cuando al mismo tiempo, comencé a debilitarme, las flores seguían saliendo, quedando abandonadas por toda la casa, el dolor en mi piel solo empeoraba todo, entendí aún más su terror.

El mes siguiente, cuando mi madre, en un momento de lucidez escapó al "Jardín", y en mí no quedaba nada de energía para seguirla y verla por última vez quedé destrozado. En un instante busqué información acerca de lo que salía de mi piel.

Eglantina rosa.

Mi vida jamás sería normal.

Mi destino estaba escrito.

Observé con aburrimiento la fila de objetos sobre la mesa del comedor y comencé a tomarlos uno a uno. Medicina para el dolor, vitaminas para la floración, crema para cerrar las heridas, llaves de la casa, bolsa de papel llena de las flores, celular, audífonos. Todo aquello fue guardado en mi bolso gris. Finalmente, salí de mi casa en dirección a la universidad.

Tear |Jikook|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora