𝐗𝐗𝐈

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*¡choque!*

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*¡choque!*

"¡Su Majestad!" El grito de Félix llenó los serenos salones del Palacio Garnett.

Las botellas de vino se estrellaron contra el suelo, las almohadas estaban hechas jirones, las plumas estaban por toda la habitación y un emperador despeinado estaba lleno de rabia y odio.

"¡¿Hay alguna razón por la que deba molestarme en recordar tu cara?!"

Esos gritos hicieron que el caballero rojo se arrodillara. A sido un año.

Han pasado dos años desde que regresó con las cenizas de la Princesa.

Han pasado dos años desde que el emperador había caído en un estado de inquietud.

No podía dormir.

No podía descansar.

Solo grita a cada momento nombres y maldiciones cada vez que está solo.

"Hace mucho que olvidé los gustos de la cara de una persona muerta. ¡Solo deja mi mente ya!"

Un hombre lamentable.

El emperador era un hombre tan lamentable.

Félix entró en la habitación preparándose para atacar cuando esta persona se rompa.

"su Majestad."

Claude, demasiado perdido, sus ojos enjoyados que perdieron su luz lo miran, "deberías descansar, su majestad".

Félix vio a este hombre tirar la última botella de licor.

"Ella no volverá". Dijo en su tono más honesto y cálido. "No Lady Diana... no la Princesa Athanasia".

No sabía qué le pasó a Claude, pero parece que la magia negra que usó una vez se estaba rompiendo lentamente.

"Ella se ha ido." Se fueron.

"Que tonto."

Félix no se movió. Sintió miles de aspas de viento a su alrededor. Miró directamente a la persona frente a él y dijo: "incluso si me matas... ella no volverá".

Claude respira con dificultad mientras cae de espaldas, apoyándose en el pilar de su habitación, mientras se sienta en el suelo.

Las mil aspas de viento desaparecieron.

Félix. Pobre Félix. No se atrevió a acercarse al hombre. Lo miró directamente a los ojos y se sentó en el mismo piso, "llegó demasiado tarde, Su Majestad".

Incluso si esa persona está viva, por el bien de su propia felicidad, Félix está dispuesto a mentir.

No entendía cómo se rompió la magia negra que se lanzó sobre sí mismo, pero Félix estaba seguro de que tarde o temprano sucedería.

𝐁𝐑𝐀𝐙𝐄𝐍𝐍𝐄𝐒𝐒 𝐓𝐀𝐌𝐄𝐒 𝐓𝐇𝐄 𝐖𝐎𝐑𝐊𝐀𝐇𝐎𝐋𝐈𝐂 𝐓𝐑𝐀𝐒𝐇Donde viven las historias. Descúbrelo ahora