Un destino peor que la muerte

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Cuando la familia Watanabe después de cinco años largos de espera obtuvieron a la pequeña Katsuki la alegría inundo sus almas y su hogar. Era una pequeña niña con los ojos grandes y redondos, su nariz era especialmente pequeña y sus labios durazno formaban una sonrisa que nunca se iba.

Los señores Watanabe vivían lejos de la ciudad de Tokio, para ser más precisos en Sapporo.

El padre Watanabe Kenji trabajaba en una de las empresas reconocidas de Sapporo. Su esposa, una bella canadiense de nombre Amy Brown, tenía la piel apiñonada y su cabello rizado le llegaba a la cintura, su ojos color miel derramaban amor por Kenji. Ellos se habían conocido cuan él fue un tiempo de intercambio universitario y ahí el cabello negro y lacio de Kenji, sus ojos café y su piel tan blanca y suave enamoraron a Amy quien no dudo ni un segundo en acercarse a él y su amistad se convirtió en amor y pasión.

Kenji al regresar a Japón luego de graduarse trajo consigo a Amy, por supuesto que los Watanabe se opusieron rotundamente a la relación, así que Kenji salió de su casa, consiguió un pequeño departamento y luego un trabajo en una pequeña tienda.

Mientras Amy cocinaba y trabajaba medio tiempo. Al cabo de unos años Kenji conseguía mejor trabajo y se mudaron en la misma ciudad pero en diferente localidad.

Un buen día de octubre Kenji llegó con la noticia de su ascenso en la empresa, esto significaba un mejor sueldo y mejores oportunidades. Amy abrazo feliz a Kenji y se prometieron hacer crecer a la familia. Los primeros tres años no habían podido obtener un buen resultado. Amy entro en depresión pero Kenji siempre traía algún regalo para hacer sentir bien a su esposa. Kenji viajo por algunos meses, enviaba dinero a su amada siempre y Amy comenzó a juntarse con las madres jóvenes de la localidad.

Después de medio año fuera Kenji regreso más ansioso y enamorado de su bella esposa, esa noche en la luna más alta de noviembre de 2022 enlazaron sus cuerpos de nuevo ese día para los Watanabe, una familia pequeña todo cambio.

En un día lluvioso de agosto, mientras sacudía un poco su hogar Amy sintió el primer punzón más doloroso que jamás haya sentido, sintió como un fluido bajo por sus piernas, dios dos pasos atrás con mucha precaución y luego de ello tomo el teléfono y llamo a Kenji.

-En seguida voy para allá cariño.- Dijo el de cabellos negros mientras colgaba la bocina y tomaba su saco con las llaves de su auto.

Kenji llegó en veinte minutos a la casa mientras una vecina aledaña tomaba la mano de su amiga Amy y esperaba la llegada de este.

Al llegar al hospital los enfermeros y el doctor de parto tranquilizan a la chica mientras el chico se quedó en la sala de espera, llovía a cántaros afuera y comenzaba una gran tormenta eléctrica.

Los gritos de Amy se confundían con los truenos, los relámpagos y la lluvia aumentaban en todo Sapporo y Kenji estaba más nervioso que nunca, paseaba de un lado a otro y ya llevaba diez vasos de café helado, la noche se acercaba y la lluvia no sesaba. Cuando el doctor salió limpiando aún su frente con un paño, eran ya las doce con dos minutos del 19 de agosto de 2023.

-Señor Watanabe, señor Watanabe.- Decía el doctor mientras trataba de despertar al empresario con movimientos suaves en el hombro. Kenji abrió los ojos y al ver al doctor palidecio un poco, se levantó de un salto. -Lo...lo siento doctor debo de haberme quedado dormido a pesar de tanto café.- Kenji miro los vasos y luego devolvió la mirada al cirujano. -Digame, ¿Qué ha pasado?- paso saliva.  -No hay nada de que preocuparse .- sonrió el doctor. -Usted tuvo una linda niña, está sana y es la misma imagen de su esposa, es hermosa nació a las once cincuenta y ocho del día de ayer, apenas hace unos minutos así que es una preciosa criatura.- Dijo el doctor. Hicieron una reverencia a modo de despedida y el doctor lo invito a pasar.

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