~Capitulo 4~

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Un hermoso traje en cuero de un verde oscuro y reluciente se lucía en la vitrina, tenía unos pantalones en cuero negro que estaba entallado en las piernas por correas, un corset masculino que definía  el cuerpo, blusa oscura de mangas largas, una capa largisima con pliegues que si uno caminaba seguramente se contorneaba con el viento, tenía capota y un agujero en la espalda que si estaba de suerte entraba las correas de las ligas para sacar las armas largas en la espalda, con alegría abrí el candado que también abrio al igual que el otro y con entusiasmo baje toda la prenda y la metí en toda bolsa, y esa la menti en dónde estaba el traje de mi hermana; quedaba solo diez minutos de los treinta.

Agilice por toda la calle y tuve suerte en encontrar un supermercado que no había sigo saqueado, cogí todo lo de enlata, al llevar tanto tiempo allí todo estaba caducó pero algo se podía hacer con ello. En el fondo estaban un pilón de armas y detonantes, con alegría corrí hacia ellos y me equipe de lo mejor que encontré, lleve unas cuantas provisiones, no habían espadas solo unas machetas así que con un poco de imaginación las agarre, cuchillos de todos los tamaños, y unas cuantas armas con municiones, ya listo camine cautalosamente  por la carretera, en la esquina estaba un CAASE comiendo unas cuantas ratas que corrían despavoridas por el miedo de la criatura, estaba encorvado y se le desdibujada la columna y las costillas sobre la piel blanquecida.

Un chiflido interrumpió el asqueroso sonido del masticar del CAASE y el silencio de la calle, era una flecha que con mucha precisión se  ensartó en el cráneo del CAASE dejándolo muerto sobre el pavimento boca bajó.

Me alerte y con precaución deje las bolsas en el piso y saque las machetas de mi espalda, lentamente me acerque al CAASE y lo gire siempre con la precaución de no resivir algún impacto, extraje de su cráneo la flecha y la solté de inmediato.

Era de huesos humanos, la carne que no se había podido quitar del hueso perfilado y adelgazado, tenía sangre fresca y negra de el CASSE, gire alarmado con la machetas al aire una sombra corrió por una calle pero el miedo me atacó y no quise seguirlo.

Un sentimiento fugaz de incentidumbre me atacó, Dará golpeó mi mente, corrí como loco, mi corazón se aceleró pensando escenas demasiado desagradables. Corrí, solo pensaba en eso mientras tenía cargada en lo espalda las maletas que había recogido antes de correr.

La presión me estaba extrangulando de una forma asfixiante, no sabía a dónde mirar y en dónde encontrarla, el miedo a perderla y quedarme solo me atormentaba, jamás aceptaría su perdida, la de mis padres la soporte por qué apenas era un bebé y el no conocerlos quitaba el peso de los recuerdos que mi hermana si cargaba.  A la distancia pude ver su saco roido, estaba en cuncliyas recogiendo unos productos de aseo en un local de puertas abiertas, corrí como pude cuándo desde una ventana rota logré ver la punta de una flecha que señalaba a mi hermana, mientras corría saque de mi pecho una pistola que había cogido en el centro comercial horas atrás y previendo que esto nos ponía en peligro dispare al punto en el que la flecha sobresalía, eso evito que la persona no lanzará la flecha y delatara a mi hermana que se levantó enojada por mi azaña sin percatarse del problema.

—Estás.. estás bien?

—¿Que te pasa?, lo primero que te digo y lo primero que haces..!!, Vámonos...—recogio todas las cosas sin escucharme eso ofendió.

—Te salvó y ni un gracias...—me miró extrañada.

—Dejame y hablamos en casa.— Toco mi rostro se le notaba el miedo en la forma en que escaneaba nuestro alrededor.—Vamos cariño...— cogió mi mano con comprensión, estaba algo rara, se le notaba demasiado nostálgica para mí gusto y en cada parada observaba a todos lados como si esperara que alguien apareciera y le expandiera un arcoiris en la cara para ser feliz, al parecer el que hubiera disparado no fue suficiente para ella y capte rápidamente que su paranoia no era por los CASSE era por algo más...

Como si esperara que alguien saliera de los enormes simientos de los edificios y saliera diciendo:"Es broma".El caso es que muy relajada no se le noto, ni siquiera paro en las trenzas bolsas que cargaba, estaba pendiente de todo menos en nosotros.

...

Pasaron los días y la recolección había sido existosa, teníamos suficientes suministros como para unos cuantos meses, las prendas las tenía en la habitación bien guardadas para dárselas en la noche, quería que fuera conmigo a uno de los edificios más grandes dónde apezar de el desastre ambiental y terrenal que se vería desde la distancia tenía una acogida hermosa del anochecer.

—como te sientes?.

—Un poco mareada, nada que ver, últimamente estoy más cansada.

—Pero como, algo te está molestando—me preocupara el que no mejorará, llevaba un tiempo con malestar y su peso había aumentado hace un mes, se veía diferente, como demacrada, sus bonitos ojos.—dejame verte.—nerviosa aparto su mírada de mí.

—No pasa nada, déjame.

—Que se siente ser treintañera eh...— moví mis cejas de arriba abajo golpeándole el hombro con la cadera. Se rió un momento y con ello se le cambió un semblante.

—Deje de tener treinta hace unos cinco años.—Se abanico apenada.—Bueno el futuro es hoy.

Un golpe sordo golpeó la puerta de madera sellada de la casa, me moví incómodo tratando de buscar un arma mientras no despegaba la mirada de las escaleras del sótano, mi hermana si fue a buscar un arma al catre que aún conservabamos en la entrada de allí saco dos ametralladoras, una me la.lanxo y con agilidad la agarre en el aire mientras seguía escuchando la retaila afuera, se escuchaba que habían partido la puerta y alguien o algo estaba ingresando a el resividor de nuestra casa vieja.

Saque de un bolsillo de mi pantalón un cargador y lo ensarte en la metralleta antes de apuntar hacia la puerta insonora y pesada, algo grito con un fuerza desgarradora al punto que me erizo los bellos de la nuca, dará sobre el catre mantenía la morada en la mirilla mientras apuntaba al techo a la espectativa, el ruido seso y unos pasos se escucharon salir antes de que todo volviera a la normalidad.

—Voy a salir..—le exprese a dará sin mirarla.

—No, espérate un cinco... Yo te acompaño.—mi gire a verla, aún estaba ojerosa y se le notaba más pálida de lo usual.

—Ni se te ocurra, te vez fatal.— me miró lagañoza, en su mirada se notaba que quería reprenderle pero el lloriqueo de un beso nos enmudeció, la mire con los ojos abiertos y un poco temoroso.— eso...es un bebé?.

Ella miraba el techo y la puerta con una mirada indescifrable, se bajo de el catre y camino con el arma gacha y la mirada imnotizada en la puerta.—Oh no...

Corrí como un desquiciado a la mesa, me ensarte unos cuantos cuchillos en los bolsillos y me ajuste el arma, bese la mejilla de Dará y salí, alcance a oírla gritar algo pero por el miedo mis sentidos se cerraron sin comprender, segados por el lloriqueo insesante de El bebé.

Al sir las cosas estaban volcadas, selle la puerta con una varilla evitando que mi hermana saliera, el piso estaba chorreado de sangre como una hermosa masacre. Habían marcas de manos en la pared sucio y rohida de la casa, al salir un poco más una mano sobresalía de una esquina en ella solo había un anillo y nada más, estaba tan destrozada que los ligamentos y huesos se notaban por el desprendecimiento.

El miedo surco mis facciones con desagrado, el olor a sangre ya no era tan satisfactorio como yo creía que sería el matar al enemigo, pero en esta ocasión era una víctima la desafortunada de esta bizarra escena.

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⏰ Última actualización: Jul 25, 2022 ⏰

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Flor Palida (EN PROCESO)©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora