Esta historia solo debe ser leída por gente con un fuerte estómago y que tenga algo en claro: todo lo que aquí se muestra es ficción y humor muy negro. No apruebo ninguna de las acciones que aquí se verán representadas, y no me hago responsable del...
Aquel escenario podría describirse como un enorme mundo en ruinas, con eternas nubes negras apenas iluminadas por repentinos relámpagos rojos. Los restos de edificios se amontonaban unos sobre otros, pero nadie podría descifrar si aquellos edificios eran modernos o antiguos. Los restos de la Torre de Pizza habían caído sobre una deteriorada muralla China. En medio del Coliseo Romano, se alzaba una oxidada Torre Eiffel. Y empalada en esta, estaba la Estatua de la Libertad, desnuda y llorando. Con su propia antorcha, habia quemado sus senos.
Y corriendo entre autos comunes o DeLoreans; entre aviones y Slave Ones; entre estatuas y Megazords, estaba el Batman que Ríe.
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Corriendo tan rápido como sus piernas le permitían, la oscura versión del héroe corría con un temor que nunca creyó fuese capaz de sentir. Rogando no ser encontrado, se podría decir que el murciélago casi estaba llorando. Y gritó de horror, cuando una cadena se afianzó alrededor de su cuello y lo jaló hacia atrás, provocando su caída.
—¡Suéltame! —gritó con agónica desesperación, sujetando con todas sus fuerzas de aquella cadena—. ¡Maldito ente retorcido y abominable! ¡Déjame ir!
—No te muerdas la lengua, mami —dijo una voz chillona y burlesca, como si fuese personaje de alguna parodia oscura.
—¡Deja de decirme así!
—Todos sabemos que tú eres mi mami —aseguró el ser que arrastraba la cadena—. Warlord es mi papi, y tú eres mi mami. Y quiero hermanitos, mami, así que te voy a embarazar.
—¡Estas demente!
—"Un Batman que Ríe es un Batman que siempre gana" —dijo aquel ser, imitando la voz de su contrario—. Bueno, un Warlord que Ríe es un Warlord que se viola todo lo que produzca sombra.
Y el Warlord que Ríe salió con un salto de las sombras, yendo por su nueva víctima.
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El Batman que Ríe lloraba de miedo y dolor, tirado en posición fetal sobre la fría piedra. El cuarto que era su prisión era de lo más extraño pues el piso era de piedra húmeda y el techo —el cual tenía más de seis metros de alto— tenía estalactitas. Pero las paredes eran acolchonadas como las de un hospital psiquiátrico. El Warlord que Ríe lo observaba con una sonrisa espeluznante, y su lengua frotándose constantemente contra sus labios.
