¿Alguna vez te has llenado de impotencia ante no poder hacer nada?
Si conoces el sentimiento, tal vez te sientas identificado con Hanagaki Takemichi, aquel humano que repugna a Sano Manjiro.
El enfado se convertía en encabronamiento mientras más días pasaban, cuando las palabras salían de su asquerosa boca o tan solo respiraba el cenizo.
Se estaba hartando de seguir sus órdenes burlonas.
"Tráeme un dorayaki".
"Te toca las bebidas, perrita".
"Dime un chiste sobre el día, querido bufón barato".Tan solo eso era un gramo de todo lo que tuvo que soportar esa semana, todo por un plan fallido, con querer dejarle dignidad a ese idiota.
Me trata como un perro miserable de la calle.
¿Qué se cree?
Tal vez deba patear su trasero para bajarlo de su pequeña nube falsa.Y, hace unos días, Takemichi vió lo que parecía ser la estupidez humana a su máximo esplendor. Todos creyeron en la palabrería de Manjiro, no hubo ni un alma intelectual para darse cuenta de lo que pasaba.
Era claro que Hanagaki Takemichi ganó esa pelea en tan solo segundos de empezar.¿Por qué nadie se dió cuenta?
Todos son fanáticos, ignorantes de lo desagradable de su ídolo, admirando mentiras. Era obvio como terminaría, lo único que le da coraje retenido es como descaradamente comenzó parlotear su ganancia.
Solo buscarían lo bueno de Manjiro.
Ejemplo de como nadie aplaudió sus golpes certeros, cuando detuvo la patada matadora de Manjiro, con comillas.Era fácil de ver el imperio corrupto que manejaba Sano Manjiro, alias el invencible Mikey.
Todos están cegados por el poder Manjiro.
Y eso le da repulsión.
(...)
Tenía pensado darle una patada a Manjiro al regresar de traer bebidas. Pero no quería manchar sus zapatos con mierda. Se había arriesgado a ensuciarse en la pelea anterior, no cometería el mismo error.
Frente a él, Manjiro le daba una sonrisa satisfactoria, disfrutando su desgracia clara a pesar de mantener una sonrisa falsa en su rostro.
Solo hizo su trabajo de entregar aquella bolsa llena de frituras, bebidas y dulces para los animales -como los llama Takemichi- que son.
—Emh, creo que se te olvidó mi dorayaki. —Mantuvo su sonrisa, mientras el cenizo le daba una de fingida inocencia.
Dios, dame paciencia y de paso llévate a este animal. Se le escapó a Lucifer.
—Hey, idiota. —Un pelinegro, alto y de ojos marrones llamó su atención.
Al voltear, este estampó su puño en su rostro.No cayó, no cambió su expresión, no tambaleó. No se echó atrás y pareció impresionar al colmillos con eso.
—Pa-para que no se te vuelva a olvidar el dorayaki de Mikey —amenazó, sin saber que acaba de detonar una bomba.
—Tranquilo, Baji. Estoy seguro que no volverá a pasar, me encargaré de eso —habló tratando de intimidar a un hombre rudo, imposible.
Idiota...
Harto, era su emoción actual. La sonrisa cínica de Manjiro, el golpe injusto, el idiota que se entrometió.
Cada maldita cosa alrededor de Manjiro era algo podrido y eso le hartaba más.
Suspiró, buscando algo en su bolsillo de pantalón.
En tan solo un parpadeo, las monedas de su ahorro terminaron en la cara de Manjiro, con tanta fuerza que una marca dejarán. No replanteó eso.
—Te odio.
Explotó.
Había llegado al límite. No era paciente y esta prueba improvisada fue una experiencia que espera no volver a vivir.
(...)
La semana más horrible de mi vida...
Solo espero que ellos no se hayan preocupado.Caminaba solemne bajo las luces de faroles con advertencia de fundirse.
Repasaba toda la horripilante aventura que emprendió cuando pidió una pelea contra ese demonio escapado del infierno.
Definitivamente, ese pequeño tiempo a su lado hizo crecer su odio, tal vez el doble o triple.Estaba tan tranquilo con sus pensamientos que no sintió la mano en su brazo al pasar por un callejón oscuro, hasta que la misteriosa mano lo jaló hacia el interior.
Lanzó un golpe involuntariamente, posándose en una pose de pelea inconsciente, tratando de visualizar a su atacante.
—¡¿Quién está ahí?! —interrogó alarmado. Acababa de salir del templo, así que no esperaba algún miembro de ToMan.
—Vaya... Una semana sin aparecerte y no me reconoces, que triste... —exclamó con burla hacia la actitud del blondo.
Takemichi lo reconoció, como no hacerlo con esas burlas, ojos rasgados y cabello negro.
Era Kokonoi Hajime, sonriéndole con intenciones de seguir con sus comentarios llenos de gracia.—Ah, eres tú. —Relajó su cuerpo, suspirando por sentir una pequeña pulsación en su sien, el estrés.
—Claro. ¿Qué pasó en la semana? No creo que tu poca información sea por haber ganado. —Recostó su espalda en la pared húmeda del callejón, alejándose con cara de asco al sentir el líquido espeso rojizo, tan espantoso.
—Hubo complicaciones en el plan para derrotar a Manjiro... —Miró una mancha en el suelo, reprimiendo sus pensamientos sobre el enfado con Manjiro.
—¿Cómo cuáles?
—¡Estaba ganando y el estúpido empezó a parlotear que iba en serio esta vez! ¡Lo hizo cinco veces! ¡¿Entiendes?! ¡Cinco putas veces que se puso en ridículo y eso no es lo peor, sino que todos le creyeron como mosquitos hacia la luz! ¡AGH! Cuando lo vuelva a ver le sacaré los ojos, se los daré de comer a unos cerdos... —Comenzó a insultar a Manjiro con todas las maldiciones que se le ocurriera.
Kokonoi, intranquilo y sin saber que hacer, rezó a todos los santos que existieran. Cada cosa que decía Takemichi supera a la anterior y nunca se sintió en tanto peligro que ahora, aun si no era a su persona.
Él no podía controlar al blondo para que parase sus malas palabras, pero conocía al indicado. Y, como si de magia se tratase, apareció un rubio cristalino.
Inui Seishu. Su gran amigo -desgraciadamente para él- llegó a su rescate.
—Hola —saludó. Abrazó a Takemichi por la espalda alzando su cabeza para hacerse ver.
—¡Ah! —Sorprendió a Takemichi—. ¡Inui! ¡Te extrañe! —Olvidó su susto de hace un segundo, correspondiendo el abrazo cálido de su amigo de infancia, olvidando por completo su enfado.
—Yo igual, Haki. —Rió levemente—. Disculpa por llegar tarde, mas parecías más concentrado insultando a no sé quién. —Cuando llegó no se esperó ver a su líder casi lanzando un bote de basura y un pelinegro con el celular en su mano, llamando a la policía.
—¡Oh! Sí. Estaba maldiciendo a Manjiro... Ese idiota, hijo de pu-
—Takemichi —interrumpió al blondo, severo.
—Perdón... —Agachó su cabeza, como perrito regañado mojado y lleno de lodo.
Y así, Inui Seishu, Kokonoi Hajime y Hanagaki Takemichi emprendieron camino hacia su guarida.
El primero feliz de volver a ver a su líder después de una semana.
El segundo con cara de traumado, nunca había escuchado tantos insultos en su vida.
El tercero sin levantar la mirada por la vergüenza de ver a Inui luego de verlo en ese estado.
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Odio.
FanfictionTakemichi odia a Mikey desde que era niño, recuerda con tanta perfección ese momento. Ahora que es más grande, su odio creció. ¿Qué le depara al rubio? O a los dos rubios. a: Takemichi tiene mejor fuerza y habilidad en combate que Mikey. c: conoció...