Capítulo 11 (Editado)

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Capítulo 11

KHATA

—¿Por qué razón tendría que estar con él? —le pregunté un tanto incomoda rogando para que no notara lo nerviosa que me encontraba.

—Solo era una pregunta, Khata. —se cruzó de brazos sobre el pecho.

—Una pregunta estúpida. —el gesto de calma se le borró del rostro al escucharme.

—Tú eres la estúpida. —soltó con veneno—. Siempre te ha faltado buenos modales.

—Y a ti siempre te ha faltado dignidad. —le respondí con más brusquedad de la que pretendía.

Sí, me estaba dejando llevar, pero era ella la que siempre empezaba, aparte, no estaba de buen humor esa mañana para estar soportando sus insultos.

—Eres tan malagradecida, después de todo lo que hacemos por ti. —negó con la cabeza—. Discúlpate en este momento. —me ordenó con los dientes apretados.

—¿Contigo? Que va. —siempre era lo mismo, les encantaba humillarme cada que podían solo por ser la recogida, como tantas veces me lo decían. Era suficiente, muchas veces soporté las cosas para evitarle posibles molestias a mi padre, tristemente él ya no estaba, por lo que me negaba a darles el gusto de derrotarme. Ya no más.

Apretó la boca con un claro gesto de molestia.

—Eres una malcriada, ni creas que dejaré pasar este comportamiento. —los tacones resonaron en la madera cuando dio un paso más cerca de donde me encontraba—. Baran se enterará de esto.

—¿Y que le dirás? —le pregunté con sarcasmo. Era mucho mas alta que yo gracias a sus zapatos, pero me negaba a sentirme intimidada por eso—. ¿Qué me llamaste estúpida y te molestaste porque te dije que te quisieras un poco?

—¡Cállate!¡cállate en este momento! —alzó la voz con furia al momento que fruncía en ceño molestamente y respiraba sonoramente—. Eres solo una niña, no tienes ni idea lo que pasa entre Baran y yo.

La furia me recorrió el cuerpo con la sola imagen de ellos dos juntos.

—Entre ustedes dos no pasa, ni pasara nada. —le espeto con un tono tan brusco que ni siquiera reconozco mi voz—. Él nunca estaría contigo de la manera que tú quieres.

Soltó una carcajada, una que retumbó en todo el pasillo.

—¿Estás segura de eso? —volvió a reír, una risa que carecía de gracia—. Ayer me pidió que me quedara a dormir porque hoy quería desayunar conmigo. —me enseñó los dientes en un gesto de victoria. —¿Crees que haría eso si no me quisiera para algo más?

Un ardor se instaló en la boca de mi estomago al pensar en ello. Sí, quizás lo hizo, pero fue conmigo con quien pasó la noche, fue a mí a quien le pidió que se quedara junto a él y fui yo quien tuvo sus manos sobre mi cuerpo.

—¿Y como estuvo la comida? —solté agriamente y la sonrisa se le borró de inmediato. —De seguro estuvo de maravilla si estás aquí preguntándome por él.

—Eres tan insoportable. —siseó lanzándome una mirada de asco—. Hay cosas que aun no logras entender y está bien, Khata. A fin de cuentas, eres una mocosa todavía.

Solté una risita ante su comentario. Siempre decía lo mismo cada que se quedaba sin argumentos. Por un momento estuve a punto de soltarle que Baran no se presentó a ese estúpido desayuno porque estaba pegado a mi como un chicle, aun lo estaría si yo no me hubiera levantado, pero claramente no podía decirle eso.

—De seguro que sí. —alcancé a decirle cuando me dio la espalda caminado con pasos molestos lejos de mí.

La odiaba, de todas las mujeres que querían estar con Baran, ella era la peor de todas. Era sínica, manipuladora e hipócrita. Se había pasado la vida desde que entró a la adolescencia buscando una oportunidad con él y a pesar de no conseguirla, Rosío parecía no querer darse por vencida.

Khata © (En edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora