El viento golpeaba mi cara incrementado por la velocidad del coche, haciendo que mi cabello quedase esparcido por toda mi cara. Me agradaba esa sensación, la de sentirse en paz durante unos minutos, en lo que no escuchaba nada más que el latido de mi corazón, pero esa sensación de tranquilidad, duró realmente poco.

Llegué a una casa bonita y acogedora, todo parecía antiguo, pero el lugar estaba realmente limpio y cuidado, todo parecía tener un lugar propio, este sitio dejaba una sensación agridulce en mi garganta, me daba mala espina. A lo mejor eran invenciones mías, ya que era un sitio nuevo, pero aún así, la presión no desaparecía de mi pecho. 

Entré por el umbral de la cocina y de inmediato reconocí un olor familiar. Mientras una música alegre sonaba en la radio, vi a una anciana bailar de un lado a otro, atendiendo felizmente la comida.

-¿Hola? . - dije divertida a la anciana, que estaba de espaldas a mí.

-¡Ah! , hola querida, se me ha pasado la hora, pensaba que llegarías más tarde. - dijo con una sonrisa contagiosa en su rostro, de repente, ya no sentía la presión en el pecho. 

-Sí, es que cogí un vuelo más temprano. Me llamo Mindy. - dije ofreciéndole la mano amablemente. 

- Encantada Mindy, Yo soy Ava. - dijo mirando la mano extrañada. - Aquí se saluda con un abrazo. - dijo y me abrazó dulcemente, yo le correspondí.

-Amh, sí claro. Los nervios. - dije tímidamente.

-Eres igual que tu madre... Ven, te mostraré tu habitación. - dijo y acto seguido agarró una de mis maletas y me llevó hasta una habitación azul, hermosa. 

-Gracias por todo. - dije realmente agradecida.

- No hay de qué. Guarda tus cosas y baja a comer. - dijo y me dejó colocar mis cosas tranquila.

Besos saladosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora