Leo
Leo sigue a las chicas por los pasillos del instituto completamente vacíos. Le inquieta un poco estar por ahí cuando, en teoría debería estar dentro de clase. Pero para eso están ahí, para buscar a alguna profesora para que puedan entrar y, al menos, no estar vagando por pasillos que dan algo de miedo.
Los tres llegan a su destino y Ona procede a abrir la puerta, sin embargo, ésta sigue estando cerrada. Frunce el ceño y se gira hacia sus amigos.
—Está cerrada.
—Debería estar abierta desde las ocho y son — Inés mira su móvil — las ocho y media.
—Lo sé, pero aquí no hay nadie. ¿Qué hacemos?
—Vayamos a alguna clase y pidamosles a los profesores que nos abran — dice Leo.
Ambas chicas asienten.
—Sí, vamos a hacer eso — dice Ona.
Los tres se encaminan a la clase más próxima y llaman a la puerta. Sin embargo, no obtienen respuesta. Ona vuelve a llamar. Y nada, todo sigue igual. Igual que silencioso que antes. Inés se harta y abre la puerta de golpe, pero dentro de clase no hay nadie.
—Esto es absurdo, ¿que en este instituto no hay nadie o qué?
Leo y Ona se encogen de hombros y justo cuando iban a ir a otra clase, alguien aparece de repente, asustandolos.
Aina Lorenzo llega hasta ellos jadeando como si acabara de correr un maratón. Respira hondo varías veces para calmarse y, aunque ella es la más tímida de la clase, hace aspavientos con las manos y empieza a relatarles lo que ha visto de camino hacia aquí.
—Espera, espera, ¿Puedes ir un poco más despacio? Que para ser las más tímida mira lo que hablas — comenta Inés.
—No hay tiempo, tenemos que irnos — dice Aina apresurada cogiéndolos de los brazos y yéndose hacía otra parte.
—¿Pero qué pasa? Tenemos que avisar a algún profesor — dice Leo que se zafa del agarre de Aina.
—Vamos por favor, os lo explicaré todo cuando estemos a salvo — suplica Aina.
—Pero, ¿a salvo de que? — pregunta Ona.
—De los muertos.
Leo, Ona e Inés fruncen el ceño cuando oyen a su compañera de clase decir esa chorrada. Lo primero que piensan es que está loca y que lo mejor sería que fuesen a buscar a un profesor que les ayudara. Y eso es justamente lo que hacen. Le piden disculpas a Aina y se encaminan hacia otra clase. Pero la chica no se queda satisfecha.
—¡Que lo digo en serio! — grita y su grito se escucha por todo el pasillo.
—Que no grites idiota, seguro que ahora alguien nos castigará por eso — dice Inés cruzándose de brazos.
—¿Por que no me creéis?
—Porque es absurdo lo que has dicho. ¿Cómo que tenemos que salvarnos de los muertos? A ti se te ha ido la pinza, chica.
—Que no, que no, que es enserio.
Aina se desespera y corre hacia el principio del pasillo, Leo piensa que se ha ido y les dice a las chicas que sigan intentando encontrar a algún profesor, que ahora regresa. Las chicas asienten y él se va. Encuentra a Aina apoyada en la barandilla de la escalera, mirando hacia abajo.
—¿Qué te pasa? — le pregunta Leo.
—Que sois unos estúpidos, eso pasa. Los más listo de la clase y no os enteráis de nada — responde Aina sin mirarle.
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Alive
Fantasy¿Qué pasará cuando 6 chicos y 6 chicas se ven envueltos en un apocalipsis zombie?