Cuando ya no sabes dónde pisar, por donde no pasar, para donde mirar, y donde ignorar, no te queda opción que mirar el frente o el piso. Y ahí… juusto ahí, donde miras, ves dos cosas, si miras abajo, tienes tu sombra, que te refleja lo que tú eres, o piensas que eres, y si miras en frente, te das cuenta que solo son problemas, discusiones, conflictos, deudas, cosas de la vida. Pero, a los costados, que hay? Y ahí, justo a tu derecha, alejado del corazón, está el amor… Ese mismo, que cuando va al frente, aclara todo, cuando al fin llega donde el corazón, se te abren dos caminos muy peligrosos, si seguir ignorando ese costado izquierdo, con dolor y firmeza, o mirar y arriesgarte a dar un paso a esa izquierda iluminada, donde puede iluminártelo todo y facilitarte ver ese frente, borrando la sombra que te enfocaban desde arriba y permitiéndote ver más claras las soluciones o… Lo peor, dar ese paso a la izquierda y que esa gran iluminación sea solo la llama de una vela en el medio de un fuerte viento donde en cuestión de milésimas de segundos se apaga, y te deja en esa izquierda oscura, donde no puedes volver al centro para seguir al frente y terminas perdiéndote quien sabe dónde por una simpe luz que solo te ilumino donde no debes ir… Al menos hasta encontrar en vez de la llama de una vela, el lado izquierdo de otra persona, donde tú la ilumines.