𝐗𝐕𝐈𝐈

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—¿Estás bien? —preguntó Jay a Hanbin cuando notó que las últimas palabras lo habían afectado. Sunoo había decidido quedarse en silencio ante eso, pero agradeció que otro sacara el tema.

Prácticamente aquella carga a la que se refirió su padre era su hermano mayor. La fecha de un año de diferencia calzaba y más el hecho de que haya nombrado a aquella pueblerina que debía ser la desconocida madre del castaño.

—Lo estoy. Sólo necesito ordenar todas estas especulaciones con un poco de aire o no podremos darle a Hanbin una buena explicación, volveré enseguida.

Jay y Sunoo no pudieron negarse pues el mayor había salido de la habitación mientras hablaba, con su voz cada vez más opacada por la lejanía, aunque de todas formas no lo hubieran hecho.

—Luego podrás hablar con él —le mencionó Jay a Sunoo, que se había quedado observando la puerta. —Además tiene razón, debemos ordenar lo que le explicaremos a Sunghoon.

El pelinegro asintió sin despegar todavía los ojos de la salida. —Sabemos que la madre de Sunghoon es una princesa, y que su padre trabajaba aquí.

—Suena sencillo de decir si lo pones así, pero todavía desconocemos si la razón de sus muertes está ligado a esto.

Esta vez el príncipe se volteó hacia él, pero fue interrumpido antes de hablar por alguien que había entrado descuidadamente a la habitación.

—¿M-Muertes? —preguntó Jungwon con los ojos abiertos de sobremanera.

—¿Jungwon?

—¿Qué haces aquí?

—Estaba buscándote —le respondió a Jay, acercándose —Y pensé que estarías con Hyunjin, pero él tampoco estaba, y después noté que Sunoo... Bueno, aquí están. ¿Qué sucede? ¿Dónde está Sunghoon? ¿Y por qué están en la habitación de Hanbin sin Hanbin?

—Jungwon —comenzó a decir Sunoo, mientras se acercaba al castaño príncipe y cerraba la puerta que todavía estaba abierta. —Será mejor que te sientes.

—Sun, ¿Te he dicho lo mucho que me asusta cuando tu voz se pone más grave? —respondió confundido, pero aun así obedeciendo.

—Sunghoon está en el pueblo —siguió hablando el peliengro, ignorando su comentario. —Se fue esta mañana.

—¿Por qué está en...? Espera, ¿Es esto lo que creo?

—Dudo que siquiera se acerque a lo que puedas pensar —respondió Jay, serio.

—Oh, no. Ustedes, ¿Están engañándonos? ¡Y Hyunjin lo descubrió! Por eso se fue. No puedo creerlo —el par se quedó estupefacto ante aquellas palabras y Jungwon solo tomó el silencio como una afirmación, volteándose hacia Jay en un intento de golpearlo —¡Con mi mejor amigo!

Jay lo levantó abrazándolo para calmarlo y le indicó -obligó- que se callara.

—Solo escúchanos, ¿Sí?

Cuando actualizaron a Jungwon de todos los sucesos, que irónicamente habían sido algo de un solo día, fue cuando este dejó de forcejear en los brazos de Jay, quedándose sin palabras.

—Si no hubieras tenido estas pruebas —comenzó a hablar cuando ya había enfriado su cerebro para pensar correctamente sobre todo lo que le habían soltado, y señaló los papeles sobre la cama —Hubiera pensado que solo se habrían inventado esto. Es que, ¿Sunghoon con sangre real? Eso significa que, ¿Ahora si es digno de tu mano? ¿Y tu padre enamorado de su madre? Dios, solo imagínate si eso hubiera funcionado, digo, ustedes no podrían andar besuqueándose.

—Creo que simplemente no hubieran existido —le corrigió Jay, mirándolo extrañado. Estaba enamorado de aquél chico pero siempre se preguntaba cómo es que era posible que dijera tantas palabras en tan poco tiempo y que la mayoría fueran solo muchas estupideces.

La Douleur Exquise │ 𝐒𝐔𝐍𝐒𝐔𝐍Donde viven las historias. Descúbrelo ahora