𝐗𝐗𝐈𝐕

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Abrió los ojos ante una helada oscuridad y un fuerte dolor en su cabeza, tuvo que acostumbrarse unos minutos antes de poder ver en aquella sombría habitación que pronto reconoció como la suya. Solía ser fría, pero ahora además se sentía más vacía de lo usual.

Sunoo había sido trasladado ahí luego de que quedara inconsciente bajo los brazos de su padre, siendo alejado de las miradas y reacciones del público que alterados, se habían dispersado como si realmente pudieran sentir algún tipo de pánico por la situación.

Se sobó la cabeza antes de que su respiración se agitara luego de comenzar a recordar lo que había pasado antes de que se hubiera desvanecido, quedando en una suspensión de todo pensamiento que no fuera el recuerdo de Sunghoon escapando.

Habían perdido el control de todo, y habían dejado que el juego los consumiera hasta el riesgo que finalmente llegó, lo habían descubierto y él se había delatado con sus gritos desesperados por salvar a quien era poseedor de su amor.

Por la ventana vio como la noche ya cubría en su totalidad el cielo y solo se podía escuchar el zumbido de un silencio provocado, lo que ocasionó que su corazón se detuviera por un momento antes de volver a retumbar en su pecho.

Desenredó sus piernas de las sábanas para levantarse, tocando con sus hormigueantes pies el frío suelo, y avanzó hasta la puerta de la habitación entre trompicones con el poco equilibrio que tenía de recién despierto. Necesitaba salir de ahí, saber qué había pasado y dónde estaba Sunghoon.

Se mareó un poco al llegar al picaporte, por lo que solo se agarró de este para intentar no caer, topando su frente con la madera barnizada de la gran puerta. Sintió como la angustia de lo desconocido llegó de golpe a su cuerpo, su corazón saltaba a mil y sus piernas temblaban al igual que su labio inferior, estaba aterrado y mucho.

Respiró varias veces intentando no acelerarse, pero le fue imposible por varios minutos, apenas podía llenar sus pulmones de aire mientras todavía sujetaba firmemente el picaporte.

—¿Qué haces? Muévete —escuchó que una conversación empezaba al otro lado de la puerta, lo que hizo que finalmente pudiera calmarse un poco al concentrarse para escuchar.

—No tengo esas órdenes, vete —respondieron.

—¿Eres estúpido? Necesita revisión cada hora, tiene una puta contusión en la cabeza y dudo que el rey quiera saber que fuiste tú quien lo dejó morir por no dejarme entrar.

No escuchó nada más pero sintió como comenzaron a mover el pomo de la puerta bajo su mano. Lo soltó y se echó hacia atrás cuando supuso que se abriría de golpe, acertando en aquello.

—Sun, ¿Qué haces levantado? —Jake preguntó cuando cerró la puerta tras entrar y vio al pelinegro mirándolo algo aturdido.

—No reconocí tu voz —murmuró, con el rostro sin expresión más que la de alguien en agobio e inquietud.

—Solo le hablo así a ellos cuando se lo merecen —respondió, apuntando con la cabeza hacia donde Sunoo pensaba que todavía se encontraría el guardia con el que había tenido la discusión. El rubio se acercó lentamente hacia el príncipe —Sunoo, deberías seguir descansando, tuviste un fuerte...

—¿Y Sunghoon? —lo interrumpió, dando un paso hacia atrás.

Jake sabía que eso le esperaba apenas pudieran hablar, pero en ese momento el pelienegro no se veía en su mejor estado todavía y le preocupaba de verdad que no estuviera siquiera razonando realmente, de esa manera solo desperdiciaría palabras.

—Tranquilo, primero ven y siéntate.

—Jake, ¿Dónde está Sunghoon? —Sunoo lo ignoró y volvió a preguntar, ladeando un poco la cabeza con la mirada enterrada en los ojos del rubio, que comenzó a sentirse incómodo con aquello.

La Douleur Exquise │ 𝐒𝐔𝐍𝐒𝐔𝐍Donde viven las historias. Descúbrelo ahora