𝐗𝐗𝐈

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El morocho príncipe despertó junto al amanecer, con un brazo rodeado en su cintura, y el cuerpo de Sunghoon pegado a su espalda. No se movió, a pesar de los rayos de luz que amenazaban con llegar hasta sus ojos, porque podía sentir la tranquila respiración del peliceniza.

Disfrutaba de la calma que la hora azul y la calidez de los brazos que lo rodeaban le daban, e intentó darse la vuelta para despertar a Sunghoon, pero se le dificultaba un poco cuando, como si fuera un acto reflejo, este lo acercaba más a él y lo abrazaba con más fuerza.

—Sunghoon —susurró —¿Estás despierto?

Sintió como la cabeza del nombrado se hundía en su hombro.

—No, ¿Y tú? —murmuró Sunghoon en respuesta, luego de respirar profundamente.

Sunoo sonrió. —Yo tampoco lo estoy.

—¿Entonces volviste a aparecerte en mis sueños? —preguntó Sunghoon, con la voz ronca de un recién despertado pero con la suavidad de un susurro, haciendo que sus respiraciones le dieran cosquillas en el cuello al contrario.

Al príncipe se le subió el calor a las mejillas. Todavía no podía controlar aquello, menos si Sunghoon siempre salía con algo nuevo que le dejaba sin palabras. Él también quería decirle cosas así, pero no le salía tan natural como al peliceniza, incluso llegaba a cuestionarse si no serían frases practicadas con anterioridad.

—¿Sueñas conmigo en la cama? —no había hecho una buena elección de palabras y ahora no solo estaban rojas sus mejillas, hasta sus orejas podían evidenciar la vergüenza que sentía. El peliceniza en serio lo dejaba en blanco.

—Supongo que sí —contestó Sunghoon, sin tono de broma. Estaba aguantando el soltar una risita o molestar al peliengro con aquello —Estamos en una cama, ¿No?

Sunoo solo pudo pensar que tal vez no estaba del todo despierto, pues de lo contrario sabía que diría algo al respecto, asimismo una pequeña esperanza de que así fuera surgió, y decidió que podría ser su oportunidad de no quedar como el ingenuo, cambiar los roles.

—¿Y en tus sueños qué suele pasar después? —preguntó, luego de plantear y repetir la pregunta al menos un par de veces en su cabeza.

No era lo que esperaba Sunghoon, pero decidió seguir, solo para averiguar hasta donde llegaría el pelinegro. Ocultó su sonrisa y relajó un poco el cuerpo.

—Nos besamos, claro —musitó, arrastrando un poco las palabras a propósito.

—¿Y luego? —volvió a preguntar el príncipe, con un poco más de confianza. Se sentía extraño con la conversación, pero algo lo motivaba a seguir indagando.

—¿En tus sueños hacemos algo más? —preguntó el peliceniza todavía en su estado de "semi dormido", dejando en jaque a Sunoo, que nuevamente había quedado mudo.

Esta vez pensó por un poco más de tiempo la respuesta, con algo de nervios queriendo sobrepasarlo.

—A veces nos tocamos demás, ya sabes... —era mentira. El príncipe nunca había tenido sueños de ese tipo, o al menos que él recordase.

No tenía experiencia en esas cosas, y sentía pudor al pensar en preguntarle a alguno de los experimentados de sus amigos con seriedad, solo bromeaban a veces con el tema con Jungwon pero realmente nunca lo habían hablado, pero con Sunghoon de alguna manera siempre lo había sentido distinto. Quiso saber si él ya había tenido encuentros de ese tipo en varias situaciones, pero nunca supo cómo preguntar por miedo a que pensara mal de él.

De todas maneras, no es que fuera estúpido al respecto, ciertamente había hecho una investigación cuando la curiosidad se le había rebalsado y tal vez ciertas necesidades se habían presentado. Pero los libros de como los bebés eran creados le parecían algo toscos y nunca llegó a sentirse identificado con el papel del hombre que se nombraba ahí, no obstante, ciertas preguntas surgían en él de vez en cuando al plantearse que solo conocía la información de donde se hablaba del acto con el sexo opuesto.

La Douleur Exquise │ 𝐒𝐔𝐍𝐒𝐔𝐍Donde viven las historias. Descúbrelo ahora