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Izuku había estado esperando todo el día a Katsuki sin hacer nada.
Prefirió quedarse sentado mirando televisión hasta que él llegue, pues según lo que Katsuki le había dicho, solo saldría por unas cinco horas.
Ya era de noche. Miró la hora en el reloj, faltaban unos veinte minutos para que llegue. Estaba algo aburrido por no hacer nada y estar solamente esperado a que Katsuki llegue, sentía que le faltaba algo emocionante, aunque sea por unos segundos.
Con la emoción y la adrenalina a tope por el solo pensamiento de divertirse, se dirigió a su dormitorio y entró a un armario pequeño pero que dejaba a su cuerpo entrar fácilmente.
Planeaba asustar un poco a Katsuki simulando que había partido hacia algún lugar desconocido, dejándolo solo a él.
Conocía bien a Katsuki, no dejaría ningún sitio sin buscar de su departamento porque no quería tener que saltar a conclusiones exageradas como lo eran el que Izuku decida abandonarlo.
Entonces, cuando él por fin llegue a buscar en el armario, saldría y le daría un buen susto. Sí, esa clase de diversión es la que su vida requería. Ver a Katsuki asustado sería una reliquia para él.
«Después de todo... Kacchan no tiene ninguna otra expresión que la de “alejate o te mato”...» Pensó Izuku.
De pronto la puerta de entrada sonó, también escuchó los pasos fuertes de Katsuki resonar por la sala.
