Jisung.

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Jisung nunca había sido muy sociable, desde que era pequeño le costaba conectar con sus compañeros. No sólo porque no sentía encajar, sino también porque su forma de intentar acercarse a los demás, podía llegar a ser percibida como “agresiva”. Todo porque Jisung, al principio podía ser algo sensible, cómo esa ocasión en la que su pequeño compañero de banca en el kinder le pidió prestada una crayola y accidentalmente la partió por la mitad, provocando el llanto y el enojo del pequeño cachetón.

En fin, ese era Jisung, quién en su escuela anterior había tardado aproximadamente año y medio para lograr congeniar con uno solo de sus compañeros y ahora sus padres le habían informado que tenían que mudarse.

—Excelente, empezar desde cero siempre ha sido mi sueño — pensó de forma sarcástica mientras se veía obligado a meter todas sus pertenencias en cajas para organizar su mudanza.

Y con esa actitud continúo, durante todo el mes previo al inicio del último año de preparatoria, porque no sólo lo habían obligado a cambiar totalmente de aires, sí no que, además en el momento más crucial del período escolar. El último año siempre es el más difícil, Jisung no era malo en la escuela, pero estaba lejos de ser el mejor. Si promedio variaba entre el 70 y el 80, y él sentía que hacía su máximo esfuerzo. Además, aún no tenía claro que quería hacer en el futuro, nada le llamaba la atención especialmente.

Pero él estaba próximo a cambiar de opinión respecto a todo su contexto, sin saberlo todo su mundo iba a ser sacudido.


*****


El primer lunes del ciclo escolar, Jisung dejó pasar 5 de sus 10 alarmas, acostumbraba bañarse por las noches para evitar perder tiempo que seguramente no iba a tener a la mañana siguiente. Pudo despertar a la mitad debido a los nervios, que le revolvían tanto la panza, que no pudo terminar el desayuno que su madre le había preparado a él y a sus dos hermanos menores.

En su familia eran 6, él era el segundo hijo, su hermano mayor se esforzaba estudiando la universidad y trabajando a medio tiempo para no molestar a sus padres que, sí bien no tenían trabajos que los hicieran vivir al día, tampoco podían nadar en dinero. Jisung se sentía mal por su hermano y sabía que él tenía que hacer lo mismo en aproximadamente un año, para ayudar a sus hermanos pequeños. Y aunque la mudanza le había molestado a nivel personal, sabía que era a favor de que su padre recibiera un mejor sueldo, con eso en mente se sacudió un poco el mal humor y salió, por única vez en el ciclo escolar, temprano hacía la escuela.

Una vez que llegó, tuvo que ir a la oficina de su maestro encargado, debía presentarse.

—¿Eres Jisung Han? — preguntó el profesor a sus espaldas, cuando lo vió parado a un lado de la puerta a punto de tocar.

—Estem… Sí, soy yo. Me dijeron que debía venir a presentarme con usted, para conseguir la placa con mi nombre para completar mi uniforme. — contestó nervioso.

—Cierto, cierto. Justo aquí la tengo, toma. Ponla mientras caminamos hacía el salón, sólo ten cuidado de no tropezarte.

Jisung la recibió e intentó ponerla lo más rápido posible antes de empezar a caminar detrás del maestro, sabía que sí intentaba ponerla mientras caminaba, inevitablemente se caería.

Y entonces ahí estaba iniciando de nuevo el tedioso proceso de tener que pensar repetidamente cómo presentarse ante sus nuevos compañeros, memorizando la frase que tenía en mente: “Encantado, soy Jisung Han, por favor cuiden de mí”. ¿Era demasiado decir que cuidaran de él? ¿Provocaría burlas? Decidió al final sólo decir su nombre, era más fácil no trabarse.

Entró en el aula mirando sus pies, intentando respirar profundo y pausado, para evitar ponerse más nervioso, parándose a un lado del podio desde el que el profesor estaba anunciándolo, alzó la cabeza escaneando rápidamente todo el salón y justo en ese momento lo vió.

El chico más guapo que había visto en su vida, nariz recta, ojos castaños y almendrados, labios rosados, pelo negro. Sus ojos estaban encontrados. Jisung sintió que su corazón se detuvo por un momento, lo único que podía ver ahora era a ese chico rodeado por un aura entre dorada y rosada. ¿Qué demonios era esto? Sus manos sudaban y había dejado de escuchar todo a su alrededor. Cuando sintió la mano del profesor en su hombro:

—Hey, Jisung. Preséntate, es la tercera vez que te lo pido.

—Ah, sí. Lo siento. Buenos días compañeros, mi nombre es Jisung Han, encantado de conocerlos.— balbuceó torpemente, sin quitar la vista de el chico hermoso que acababa de encontrar. Lo vio sonreír de forma torcida después de que terminó de presentarse.

—Bueno, puedes sentarte junto a Minho, sí necesitas ayuda puedes acudir a él. Adelante, siéntate para que podamos empezar con la clase.

Jisung al principio no entendió muy bien donde le señalaba el profesor que debía ir, hasta que notó que el único asiento vacío era el que estaba a la derecha del chico guapo. “Carajo, excelente comienzo Jisung” pensó para sí mismo lamentándose por su torpeza inicial, mientras caminaba hacia su lugar. Una vez ahí, sentado a un lado del chico que ahora sabía que se llamaba Minho, no pudo evitar darse cuenta del olor a fresco y limpio que esté expedía.

—Un gusto Jisung, soy Minho Lee, sí tienes problemas con cualquier cosa, puedes acudir a mí. ¡Ja! Me gustan tus cachetes— Dijo Minho mientras torcía su sonrisa y volteaba de nuevo a poner atención a la clases.

Jisung no pudo evitar sonrojarse ante el cumplido que acababa de recibir y en definitiva, no pudo prestar atención a ninguna de las clases de ese día, gracias al pelinegro sentado a su lado.

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⏰ Última actualización: Jul 27, 2022 ⏰

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