Capitulo 1 - Part 1 El amanecer

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Amanecer.
Solo recuerdo abrir los ojos y, sin despertarme, ver a través del espejo que tenía al frente el reflejo de mi cuerpo débil y arañado, cosa que me hizo preocuparme. ¿Cómo había llegado a esa situación? Ni yo mismo lo sé. No le di mucha mente ya que pensé que sería un día más de resaca. Lo que me tenía en alerta era el Sonido del agua que caía, del baño suponía, acompañada de la voz dulce de una mujer.
Al fin y al cabo me alegré. un hombre creído, presumido, mujeriego y amante a la carne femenina imaginándose esa dama, su cuerpo, tan bonita como su voz. -No sólo los pelos se me pusieron de punta-.
Y de repente aparece ella. Ella, ella y solamente Ella. Una mujer que para escribir su nombre necesitaría todas las consonantes con acentos y tan grandes como estrellas. ¡Joder, qué mujer!.
Lo raro, en mi, fue que tan solo salió, no pude dejar de mirarla fijamente a los ojos; esa mirada angelical y a la vez diabólica.
Y lo peor del caso fue que lo primero que hice fue pasarle una toalla.
Aún yo seguía temblando, suponía que de todas las marcas de mi cuerpo, ella era la culpable y aún así, por ella estaba decidido a desobedecer cualquier ley.
Con solo decirte lector, no le digas nada, que cuando se dejó caer, expresamente, lo que sostenía y su cuerpo tapaba volví a ver a la enfermera que ayudó al doctor en mi nacimiento. No recuerdo verla al nacer pero lo pensé y por algo será.
Tenía un cuerpo; unas curvas definidas con la delicadeza de una melodía de piano a acompañado de un violín. Más arriba llevaba consigo dos perlas, preciosas perlas, que me acordaban al mejor lugar escogido por el sol, montañas, para iniciar su salida. Me encantaban: sencillas, en su sitio... Y si,a travez del río que se formó entre esas perlas, bajamos aparecerá la debilidad de cada hombre. Ese pedazo de carne que vuelve loco, débil y delirando a cualquier macho. No tiene explicación, todos con un parecido pero que en el momento del desahogo se vuelve único y que hace perder la noción del tiempo.
Yo le respondía a todo que sí pero no sabía si por su joyas o por la confianza en la que me hablaba. Perecía como si me conociera de toda la vida: Me mimaba, me hablaba con cariño y, me comía enterito en todas reglas, me atendía muy bien.
No tenía miedo a decirle que no me acordaba quién era ella, que de dónde nos conocíamos pero si de ofenderla y que se lo tome a mal.
A si que pensé que como el día estaba muy bien que hicimos de todo para +18 esperaría a la noche. Estaba ido pero tonto no era.
Llegó esa noche, nervioso ya no por ella sino por lo que iba a suceder. Me senté en frente suyo y le comenté lo sucedido: -Que no sabía bien quién era ella y, yo, nosotros. Que me desperté como si nada pero que no me acordaba de lo sucedido.
Pero que no se altere por la única razón de recordar todo menos a ella.
Entonces fue cuando Tatiana, así se llamaba ella, me empezó a explicar todo ( no se veía alterada ni nada)
Me mostró fotos desde el primer beso en nuestro noviazgo hasta el día de nuestra boda. Y yo pensando "coño que mujerona la mía".
Y bueno... No le faltó detalle en su explicación y yo lo único que sabía pensar era en que tenía todo el tiempo los pelos de gallina.
...Se dio cuenta y pensó que estaba bromeado. Y fue un sin parar de cursilerías y palabritas. Llegue a la conclusión que la "jodia" estaba enamorada ya que esas palabras en disminutivo no tenían otra explicación.
Insistí en lo que le dije en primer momento: mantenía una y otra vez lo que en un principio, nervioso, le comenté.
-Ella seguía sin creerme-
Deje pasar todo lo que sucedía con la mentalidad que mediante vaya pasando el tiempo se daría cuenta.
De mi parte seguían las palabras dulces y los buenos detalles; no por haber recuperado la memoria ( en caso de que la perdí) sino por el echo de que una joven de sus características estuviese a mi lado.
"Es el sueño que todos quieren pero que solo yo lo tengo" es lo que pensaba.

No es que fuese machista, no lo era, solo que soy débil a la fragancia femenina, a su anatomía. No como era aquel hombre que se comía todo plato cuando su estómago gruñía. Yo tengo cierto nivel a la hora de buscar.
Pero si era como dos cientos por cien de las personas que no saben valorar lo que tienen hasta que lo pierden o sus mente los pierden a ellos.
Me sentía más sexy, atractivo... Como si mis palabras tuvieses un toque especial cuando me dirigía a una hembra. Me volví un perro en toda regla sin respetar a la que se suponía que era mi esposa. Ella empezó a sufrir, se notaba con solo verle el color su pelo. Estaba descuidada...

Pasaron los meses seguidos de angustiosos días para ella En cambio yo Vivía sin preocupaciones y en momentos de no encontrar nada en la calle sabía que tenía esa rosa en casa; nunca me decía que no. Yo seguía regándola con unas preciosas palabras cada mañana y "Eres sólo mía" después de cada "llegada".
Pero nadie aguanta tanto una misma frecuencia sin cambiar la sintonía y me hizo caso, cuando le decía que saliera, que se vaya a disfrutar con sus amigas ya que parecía que no tenía porque estaba todo el día encima de mi, también literalmente, que buscase otro espacio que el oxigeno cada vez se va notando más, para que notará la indirecta. Y sí, vuelvo a repetir; me hizo caso...
Ese cambio se fue notando suavemente, ya no era relativa la obvio de suponer lo que con ella iba a pasar...
Perdió su brillo, mi estilo. Era eso o directamente llego a un extremo donde me opacaba. Recuerdo verla tan hermosa como aquel día al despertarme. Tanto que durante varios segundo quise volver a aquel momento hasta que en su teléfono vi un mensaje rechazando a imbeciles porque tenía al lado al hombre que amaba -Decía en mayúsculas.
Es raro, en ese momento no quise volver a ninguna situación vivía desde aquel día, me sentía seguro de lo que tenía.
Todo el viento no siempre iba a mi favor y cuando lo hacía sentía los golpes de las arenillas, el karma, que golpeaban mi cara; mi linda y hermosa cara. Dejando sucia mi manera de vestir, cenizo el pelo que tanto adoraba...
Fue un sin parar de situaciones en la que, sin notarlo, todo lo que me rodeaba en plena primavera había sido repasada por un frío invierno.
Mujeres me buscaban a casa y mi mujer no se enteraba (nunca estaba en el rancho), me escribían (ella nunca tocaba mi móvil porque ya sabía que iba a ver lo que cientos de veces tubo la mala suerte de ver), por mí se peleaban (gallinas que habían perdido su plumaje).

Poesía de su anatomíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora