𝐿𝑎 𝑧𝑜𝑟𝑟𝑎 𝑑𝑒 𝐷𝑎𝑑𝑑𝑦

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John:

El sonido del timbre resonó por la casa, haciendo que mi furia se reavivase rápidamente. Pero, aun así, suspiré fingiendo normalidad, y forcé una sonrisa tan realista que, al observarla en el reflejo de los cuadros ubicados en el mueble del recibidor, no pude ver en mi rostro alguna señal del enojo que me había consumido desde la última vez que nos habíamos visto.

Entonces abrí la puerta. Y allí se encontraba parada Selene, usando una gabardina marrón claro ceñida a su cuerpo, que resaltaba su fina cintura y llegaba hasta sus tobillos, siendo sus tacones verdes lo único que podían verse.

La escanee hasta llegar a su rostro, que sin dudas era anguloso, con su mandíbula y pómulos marcados, su nariz respingona, y sus labios puntiagudos y rellenos, que ahora se encontraban pintados de rojo, el cual los hacía resaltar tanto que necesitaba de toda mi fuerza de voluntad para poder apartar mis ojos de ellos y dirigir mi mirada a los suyos.

—Mierda, es hermosa- no pude evitar pensar, por más que el enojo hiciera mis manos apretarse en mis bolsillos.

—Hola hermosa—saludé, diciéndole lo único que pasaba por mi mente al verla, aunque usara todo mi autocontrol por no apurarla para que entrara; limitándome a retroceder para que ingresase.

Ella sonrió, y entró a la casa esperando al momento en que cerré la puerta para saludarme.

—Hola Daddy— dijo acercándose para darme un beso, que empezó como algo tierno, hasta que nuestras lenguas no tardaron en mezclarse llenas de necesidad. Éste terminó sólo cuando nos quedamos sin aire.

Agarré sus caderas y la acerqué todavía más a mí en lo que recuperábamos nuestra respiración. Ella me abrazó y apoyó su cabeza en mi pecho.

—¿Cómo has estado? —pregunté empezando a acariciar su pelo negro y lacio hasta sus pechos. Realmente no me interesaba, después de todo yo sabía la verdad, pero aun así quería ver si era capaz de decirlo.

—Excelente—respondió apoyando su barbilla en mi pecho y mirándome sonriente. Yo le sacaba como mínimo dos cabezas, por lo que era le era imposible mirarme sin tener que levantar su cabeza.

No me lo diría.

—Qué bueno, hermosa, me alegro mucho—dije corriendo el pelo de su cuello para acariciar su pálida piel, donde se podían ver la marca de mordidas, aunque tratara de taparlas con maquillaje.

Sonreí todavía más y acaricié cada marca lentamente.

Entonces, lentamente, su sonrisa endureció. Y con tranquilidad mordió sus labios a medida que bajaba su cabeza, apoyando su frente en mi pecho y moviendo sus brazos hacia mi pecho.

—Lo sabes ¿no es así? — preguntó, aunque ambos supiéramos la respuesta.

—Claro que lo sé— respondí riendo amargamente, dejando de fingir. — Como tú sabes que te lo follaste solo para ganarte un castigo.

—Bueno, creí que Fred follaría mejor, pero parece que de tus amigos sólo tú follas bien. — comentó con arrogancia alejándose y dándome la espalda para lentamente sacarse la gabardina, dejándola caer al piso.

Mi furia solo aumentaba. Sabía que Selene me jodería cómo y cuándo quisiera, pero aun así esperé que no lo hiciera.

Hubiera desquitado mi furia en ella de no haber sido porque no pude evitar observarla.

Tenía puesto un vestido verde que llegaba a sus rodillas y tenía un tajo en su costado izquierdo, el cual dejaba ver parte de su cadera, y apenas tapaba su culo.

𝔗𝔥𝔢 𝔓𝔲𝔫𝔦𝔰𝔥𝔪𝔢𝔫𝔱Donde viven las historias. Descúbrelo ahora