El ruido incesante de la alarma era apabullante. Estela, adormilada, busco su celular para darle fin. Al lograrlo, pudo ver todas las notificaciones, mensajes y llamadas perdidas, que en su mayoría eran de Serene.
Torpemente se levantó de la cama, con dirección al closet. Tomó lo primero que se encontró para después cambiarse. La chica, el día de hoy no estaba de buenos ánimos, ayer pasaron demasiadas cosas. El solo hecho de recordarlas, le producían dolor de cabeza.
Sin haberse hecho el desayuno, agarró su mochila y se fué. Las calles estaban vacías, su caminar producía eco en los alrededores. Unas luces centelleantes alumbraron el asfalto. El camión se aproximó a la parada con rapidez. Entre los dedos de Estela, un par de monedas chocaban impacientes.
Al ingresar al vehículo, la pelinegra, encontró un rostro familiar. Liliana, sentada en una de las filas de atrás, trataba de acomodar su mochila pegada a la ventana.
– Parece ser que todavía tienes la maña de recargar tu cabeza en la ventana, mientras usas tu mochila de almohada.– Irrumpió Estela en la acción de la rubia.
– ¿Es un simple comentario o me estás juzgando?–
Ambas empezaron a reír, hacía tanto tiempo ya, que no bromeaban de ésa forma. Estela extrañaba aquellos días.
– Es raro encontrarte en el camión, ¿Acaso vas tarde?– Lily vive a dos horas de la escuela, y Estela a cuarenta minutos. Por lo que es común que la rubia tome los primeros camiones en pasar. Así que rara vez coincidían en el transporte. Fue lo que intrigó a Estela en un primer momento. Mientras tomaba asiento a lado de su amiga.
– Creo que en esta ocasión, tú eres la que va temprano. Apenas van a dar las seis de la mañana. Por cierto, creo que va a estar fuera de contexto, pero ¿Estás bien?– La pregunta fue por el aspecto de su amiga. Estela, cuidaba en exceso su imagen, pero esta vez nada cuadraba. Unas ojeras que llegaban hasta el piso, sin maquillaje, se notaba que no se había pasado siquiera las manos para peinarse, su pantalón todo arrugado, y su suéter en varias partes estaba desilachado.
– Si, estoy mejor que nunca.– Era demaciado evidente que algo no iba bien. Lily, se cruzó de brazos.
–Esty, ¿Me podrías decir, de qué hablamos ayer?– Era cierto, se suponía que con su amiga no tenía la necesidad de mentir. Al contrario, en su presencia podía explayarse como quisiera. Sin embargo, aún ponía resistencia.
– De acuerdo, tú ganas.– Comento desganada, tomó un poco de aire para seguir hablando. – La verdad, me siento muy cansada. Ayer pasaron un sin fin de cosas y me dieron un golpe de realidad. Apenas estoy procesando todo, pero hay mucho que no entiendo y me frustra. Por momentos creo que tengo todo bajo control, y al dar un paso, veo como se derrumba lo que construí. Me preguntó si en verdad estoy haciendo lo correcto, hay mucha gente que me ve como su ídola, pero hay otras que ni siquiera me quieren ver en pintura.– En ese instante, no pudo evitar pensar en Francisco.– Me siento molesta conmigo misma por no poder ser lo suficientemente perfecta para los demás, soy alguien detestable, me doy asco. Ya no sé ni quién soy o quién debería de ser.– Al terminar, se le llenaron de lágrimas los ojos. La pelinegra, observó a Lily un par de segundos. – Perdón, perdón, perdón.
– ¿Porqué te disculpas?– El estado de ánimo de Estela, llegaba a ser una montaña rusa. Liliana era consciente de eso. La estrategia más adecuada siempre ha sido escucharla y escoger con cuidado sus palabras.
– Porqué se que tienes tus propios problemas, y no tienes tiempo para mis tonterías. No conforme, yo sabiendo eso, voy y te digo todo.– Bruscamente, se estaba limpiando la cara con las mangas del suéter.
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Vacío
Novela JuvenilSer nosotros mismos. Es una frase que siempre nos dicen, pero ¿Es realmente posible mostrarnos cómo somos ante la sociedad? Para Estela eso es una simple utopía. " Sino actúas como los demás quieren jamás serás aceptado, por qué tristemente lo únic...