Capitulo 4 - Apartada

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Las llantas del tren avanzaban a lo largo de las vías. Los vagones se movían con ligereza de un lado a otro. La joven del pelo negro, estaba recarga en la ventana de su asiento. Todavía no era capaz de asimilar lo que había pasado. Sin tener la intención veía de reojo a Francisco, que estaba a lo lejos bromeando con otros chicos. Las risas aparecían de manera fugaz.

- En la siguiente nos bajamos.- Una voz profunda le bailo en el oído. La chica compuso su postura y sujetó su mochila con firmeza. Ladeó la mirada para sonreírle a la morena que le había dado la indicación. Irma la miro extrañada, su amiga parecía desorbitada, pero prefirió no decir nada al respecto.

Un pitido ensordecedor, indicaba el arribo del tren a la estación. Las puertas se abrieron, entre empujones y un par de quejidos, los estudiantes lograron salir para darse pasó por el andén.

- No me tienes que andar jalando.-

- Ya no chilles Serene.- Fue lo que dijo Irma antes de darle un último aventón.

- Tan brusca como siempre, no es así Irmita.- Frente a las chicas se encontraba Francisco, su sonrisa burlona se hizo notar.

- Y tu eres todo un caballero.- Comento la morena continuando con el tono de broma que llevaba la conversación. - Por cierto, ¿Cuántas veces te he dicho que no me llames "Irmita".-

- Okay, okay, solo era un chiste. Ya que te tengo aquí, se me pasó decirte algo sobre los papeles que nos pidió Sergio.-

- ¿Tiene que ser ahora? Es que... Digamos que estoy algo ocupada.- Extendió los brazos alrededor de las chicas a su costado, para que fuera más evidente la situación.

A Fran le pasó desapercibido la presencia de Estela y Serene. No era ninguna sorpresa para quienes lo conocían. Fran es alguien torpe, incluso hay quienes dicen que la palabra le queda corta. El sería de las personas que se ahogan en los charcos cuando llueve.

Desde la perspectiva de Estela, era algo inusual. Sin importar a dónde fuera, ella siempre llamaba la atención. La gente se le acerca enseguida, y más si se trata de la escuela. Sospechoso, extraño, raro... La pelinegra no encontraba el adjetivo para describir lo que estaba presenciando.

Fran se tomó su tiempo. Todavía no captaba lo que Irma trataba de decirle. - "¿Ocupada?, Yo la veo normal".- Murmullo en su mente. No fue, hasta que vio la cara de asco que traía Serene, cuando se dió cuenta de la situación. -
¡Ay! Chales, perdón.- Extendió la mano hacia la más bajita. - Soy Francisco, me puedes decir Fran si quieres.-

- Ni te atrevas a ponerme tus manos de mierda encima.- Cómo si Fran fuera la peor abominación del mundo, Serene evito cualquier tipo de contacto con el chico. Apresurada, subió las escaleras hacia la salida.

- Bueno. No es la primera vez que alguien sale corriendo de mi.- se escuchó entre risas del joven. Ahora se dirigió hacia la pelinegra.

- Yo soy Es-

- Estela, lo sé. Todo el mundo te conoce.- Ambas estrecharon la mano. Estela dibujo un dulce arco con sus labios, el cual se fue borrando al ver la cara de incomodidad que traía Fran. El adolescente volteo hacia la morena. - Ahora si lo siento Irma, pero es urgente que te diga lo de los papeles antes de que se me olvide.- Sin darle tiempo de procesar a Estela, Fran le dió la espalda mientras subía los escalones. Irma no tardó mucho en alcanzarlo, dejando atrás a su amiga.

Las espaldas del par de adolescentes se movían de manera sincronizada frente a Estela. Por primera vez, desde que la chica usa su doble identidad, había sido recibida con una cara poco amable. Lo peor del caso es que Fran se había dignado a darle la espalda. ¿Por qué la trataba de esa forma? ¿Por qué con él no funcionó su táctica de engaños? El mundo se había puesto de cabeza.

Sin saber en qué momento, Estela acabó cruzando media avenida, cuando según ella seguía en la estación del tren. Un grupo de chicas, dirigidas por Serene, se le acercaron.

- Vamos, ¿Desde cuándo tan callada?- le comento una del grupo.

- Yo estoy como siempre, supongo.- Eso ciertamente no era verdad. La ansiedad la carcomía.

- No seas aguada, está tarde vamos a divertirnos.- Serene la tomó del brazo, casi arrastrándola.

Estela, no pudo evitar el voltear atrás. Para captar a Irma y a Francisco charlando entre risas

La tarde paso cómo agua. El grupo de estudiantes se movió de un lado a otro, sin detenerse. Para la pelinegra, fue uno de sus peores días. Por más que tratará de hablar con Fran, este lo evadía. Frustrada y cansada, hacia un intento por no sacar a Esty y ahorcar al chico hasta la muerte. Pero aparte de eso, algo no cuadraba. Sin darse cuenta ella se encontraba en el limbo, Irma estaba apartada de su lado, Serene estaba en sus asuntos con el resto, y sin saber el motivo, nadie le prestaba realmente atención.

En primera oportunidad que tuvo se fue. Tomó el primer tren que pudo de regreso a casa, no tenía caso seguirse humillando de esa manera, pensó ella. La luna hizo presencia en el oscuro cielo. Mientras contemplaba el paisaje por la ventana, una estrella fugaz apareció sin aviso alguno.

- Desearía... Dejar de existir.- Se le escapó entre sollozos.

Al llegar a su hogar, estaba sola y fría. Fue directamente a la cama. Su celular sonó en múltiples ocasiones, ni siquiera se atrevió a tocarlo. No quería saber nada de nadie en ese momento. Solo quería olvidarse de todo, por lo menos hasta que saliera el sol. O tal vez para siempre.

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Una disculpa si no subí este capítulo antes, he estado trabajando en otra historia y otros asuntos. Espero buenas opiniones, aún que las malas también son bienvenidas.

VacíoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora